Ante la incertidumbre sobre el tiempo que ha de durar la cuarentena para prevenir el contagio del COVID-19, cada día resulta más indispensable recurrir a la tecnología y a la conectividad para mantener la mente enfocada, distraernos, aprender, encontrar la paz interior, llevar una vida relativamente normal, trabajar y mantenernos en contacto con otras personas.
Programas de ejercicio físico dirigidos por gimnasios, teleconferencias para toda clase de actividades culturales, sociales, académicas (generalmente hasta familiares), miles de juegos online, ceremonias religiosas y de corte espiritual, cientos de canales de YouTube con contenidos variados alrededor de infinidad de temas, gran cantidad de eventos a través de las redes sociales, nuevos medios de información, miles de aplicaciones novedosas, sitios web y profesionales que ofrecen, entre muchos otros, servicios como asesoría psicológica, y un largo etcétera de información y herramientas virtuales, son muestras de esta tendencia natural a buscar el equilibrio y reinventar la vida.
Para este punto, ya todos vamos comprendiendo la complejidad de la situación y, poco a poco, se hace más claro que nos hallamos ante un escenario que ha transformado radicalmente al mundo y que, al menos en un corto plazo, no podremos retomar el modo de vida al que estamos acostumbrados.
En este nuevo panorama, que se vislumbra como el período de transición hacia una nueva era planetaria, la tecnología se reafirma momento a momento como la plataforma sobre la cual la actividad humana sigue girando. Aparte de todas las posibilidades que ya se han explorado para el teletrabajo, la educación online y los negocios, la conectividad hoy nos está garantizando la permanencia de las interacciones sociales, el acceso a nuevas formas de bienestar y el contacto con contenidos que nos ayudan a realizar las actividades cotidianas y conservar todo aquello que hasta hace unas semanas hacía parte de la vida normal.
Se trata al mismo tiempo de mantenernos en movimiento y de tener paz interior, de lograr que la vida siga andando y de sentirnos motivados, de conseguir el bienestar personal y conservar nuestras relaciones con los demás, seguir trabajando y, también, crear nuevos espacios para la diversión y el descanso, permanecer en contacto con el mundo mientras nos conectamos con nosotros mismos. Sea cual sea el propósito para el que hoy usemos este nuevo universo de medios, resulta evidente que las TIC están en el centro de esta nueva era y que, la conectividad, se convirtió definitivamente en requisito indispensable de la ciudadanía planetaria.
No hay vuelta atrás para esta tendencia que ya era poderosa e irrefrenable antes de la pandemia. Hoy más que nunca necesitamos pensarnos desde las conexiones virtuales y aprovechar las oportunidades que afloran en los nuevos escenarios de interacción porque, prácticamente, todos los productos de nuestra civilización están disponibles a un clic de distancia.
Este tiempo de grandes desafíos pasará como tantas coyunturas trascendentales en la historia y el renacer ha de traernos un mundo de motivaciones y logros incalculables.
No obstante, con plena consciencia del presente, es vital reconocer que este tiempo, como todo en la vida, es una oportunidad para el aprendizaje, la trascendencia y la capacidad infinita de creación que nos habita, y por eso ya no podemos prescindir de los recursos tecnológicos porque es en virtud de ellos que hoy estamos escribiendo una de las páginas más radiantes de nuestra evolución personal y social.
