La utilización indiscriminada del término “Transformación Digital” ha hecho que todo lo que las empresas hacen y venden se catalogue como tal erradamente
Pareciera que por el afán de no quedarse “por fuera”, ahora cualquier iniciativa es denominada como de Transformación Digital.
Lo vemos con los proveedores de tecnología, quienes a pesar de hablar del mismo producto que venden hace 30 años, ahora lo ponen “en el centro de la Transformación Digital”. Y lo vemos con las compañías que cualquier proceso de cambio, cualquier cambio organizacional y hasta la remodelación de una oficina la enmarcan de un “proceso de Transformación Digital”.
Extrañamente, y a pesar de todo lo que hemos avanzado en el tema de Transformación Digital, muchos siguen pensando que Transformación Digital es comprar software, meterle componentes digitales a una campaña de mercadeo y postear en redes sociales.
Abusivamente los jugadores tradicionales del mundo tecnológico, los que venden hardware y software, los que comercializan sistemas contables y financieros, bases de datos y demás, se han apoderado del discurso de la Transformación Digital para vender más de sus productos sin ejercer la claridad necesaria de que la tecnología no es la solución sino un mero habilitador y que el mayor componente de un proceso de Transformación Digital está transformar culturalmente la organización y sus colabores para poder ofrecer una experiencia de cliente adecuada al tipo de personas o compañías que compran sus productos y servicios, entendiendo sus necesidades, gustos y expectativas.
Mi definición favorita de Transformación Digital (y hay muchas así que usted puede escoger la que más le guste) es esta:
Transformación Digital es la profunda transformación de los negocios, sus organizaciones, procesos, competencias y modelos para enfrentar y aprovechar de forma estratégica y priorizada los cambios y oportunidades generados por la disrupción digital y la democratización de la tecnología
Para que haya Transformación Digital es necesario transformar el negocio, adecuar los procesos, realinear la organización y reentrenar a sus colaboradores en torno a las competencias requeridas para poder incrementar la productividad y ofrecer una experiencia acorde a lo que esperan clientes más conectados, más informados, más móviles, más impacientes, más sociales y que esperan una relación fluida y de largo plazo.
Así que la próxima vez que oiga alguien hablándole de Transformación Digital pregúntese si en realidad cumple con este propósito y solo están incluyendo el nombre para tratar de vender lo que sea que le estén mostrando.