Recuerdo la primera vez que vi Blade Runner. Desde ese día, no he dejado de verla al menos una vez al año. La recorro lentamente, haciendo zoom en ciertas escenas, y vuelvo sobre diálogos que me han hecho tener esta fantasía:
Una parte de mí es artificial, y la otra “natural”.
Al cabo de un tiempo, luego de esa primera experiencia densa de Sci-Fi, me di cuenta de que me había rayado con los robots; quedé obsesionado con las “máquinas” que buscan parecerse a las personas.
Empecé leyendo a Philip K. Dick. No podía evitarlo. Luego Asimov, Clarke, etc., etc., hasta que terminé escribiendo una tesis de pregrado, citando diálogos de Blade Runner para explicar por un lado la atracción intensa que nos producen estos aparatos autónomos, y por el otro, la alarma que nos activan cuando vemos que toman decisiones sin avisarnos.
¿Y eso qué tiene que ver con los drones?
Hice una miniencuesta con 100 personas en 11 países para conocer su opinión sobre los drones.
Siete de cada diez entrevistados tienen una opinión positiva y los asocian principalmente con fotos y perspectiva aérea, además de que los consideran que de mucha utilidad.
De otro lado, aparece algo inquietante alrededor de esta tecnología. Cito: «Angustia»; «…puede ser un avance importante, y a la vez puede ser mal utilizado»; «espionaje»; «omnipresencia».
Los drones son como todo. Tienen dos caras. Son una tecnología práctica, son muy llamativos y de actualidad indiscutible, y por otra parte, despiertan inquietudes, ¿por qué?
Hoy, sumamos algunos años en contacto con diferentes tipos de robots.
Yo chateo casi a diario con bots (abreviatura de robots) a través de servicios de atención al cliente en Internet. Son programas de computador que contestan preguntas básicas, con la ayuda de inteligencia artificial.
Siri, Cortana y Alexa son nombres de asistentes que no necesitan introducción.
Los gamers combaten en guerras simuladas contra enemigos virtuales que tienen diferentes grados de inteligencia artificial. Son contrincantes que siguen siendo robots en el reino de lo virtual.
A estos ejemplos y a otros parecidos, de momento, no les doy mucha importancia en mi vida diaria, porque todavía no me siento muy desafiado por esas inteligencias que aparentemente solo existen en el mundo virtual.
Ya no se trata de un software que contesta preguntas en un chat, sino de un aparato que aprende la ubicación de los muebles de mi casa, auto recarga su batería y descarga el depósito de basura cuando se le llena.
Seguramente Roomba es un precursor de la raza de aparatos “animados” que inundarán los hogares. Pero ¿por qué ese tipo de tecnología no enciende los ánimos como lo hacen los drones cuando vuelan sobre los jardines de mi barrio?
Si envío mi Roomba por debajo de la puerta del vecino, podría tomar fotos y luego hacer un modelo 3D del interior de su casa. Pero hacer eso es muy difícil y abiertamente ilegal. Hay una alta probabilidad de que detengan a mi mensajero, y Roomba es muy alto como para pasar por debajo de la mayoría de las puertas.
La violación de espacio privado es evidente en ese caso hipotético. No tengo respaldo legal para recorrer casas ajenas con aparatos electrónicos y recolectar información. Dato curioso: Roomba es hecho por una compañía que también fabricaba robots de uso militar.
En el caso de los drones la historia es otra. Estos robots aéreos utilizan un medio de desplazamiento sobre el que no tengo, ni control ni autoridad. El aire sobre mi cabeza no es mío, es del Estado. Y eso complica las cosas.
Cuando empecé a volar drones, hace 10 años, hice vuelos que hoy no están autorizados o que requieren muchas horas de burocracia para obtener los permisos.
La situación actual es muy diferente. Cada vez hay más especificidad en la regulación del espacio aéreo y volar un vehículo aéreo no tripulado UAS (Unmaned Aerial Systems en inglés) es una tarea que requiere varias horas de entrenamiento técnico, y detallado conocimiento legal para su correcta utilización.
En un lapso de 5 años las leyes de muchos países han cambiado para definir dónde volar y dónde no, usos profesionales y deportivos, permisos requeridos para operar en ciertas zonas, altura máxima alcanzable, etc.
Que yo sepa no ha habido ruido sobre posibles leyes para regular el uso de aspiradoras inteligentes. Por el contrario, en los últimos años ha habido muchas noticias sobre legislación y el uso del espacio aéreo por parte de aeronaves no tripuladas.
A pesar de que la percepción acerca de los drones es bastante buena, las inquietudes y preocupaciones que despiertan son profundas. Por eso hay leyes para regularlos.
Mi punto es este. Desde hace un tiempo los robots acompañan nuestras vidas. Asistentes virtuales con nombre de mujer, aspiradoras inteligentes, electrodomésticos conectados a Internet. ¿Por qué no nos preocupan tanto como sí lo hacen los drones?
Yo creo que las aeronaves no tripuladas son la primera generación masiva de robots que ya operan en el mundo real de las personas. Ya no se trata de una voz que me dice cómo estará el clima o que programa una cita en mi calendario. Son máquinas que van de un lado a otro, con direcciones y tareas concretas.
Los drones, además se ser precisos, sistemáticos y eficientes (atributos propios de un robot), son miles de miradas que recorren los cielos del planeta. Por eso el Convenio sobre Aviación Civil Internacional, también llamado Convenio de Chicago, en 1944 habilitó a los Estados participantes para regular o prohibir el uso de cámaras fotográficas que sobrevuelen sus territorios.
Las voces de los asistentes virtuales son raras, todavía tienen algo de caricatura, en cambio, las cámaras que observan desde el cielo son miradas omnipresentes, son como insectos serios que toman algo nuestro y se lo llevan a otro.
Mi obsesión con las máquinas que emulan a las personas tomó una dirección inesperada con la aparición de los drones. No tienen manos y cabeza de androide como en las películas. Son un ojo en el cielo. Nos observan desde arriba, y no podemos saber si hay un humano detrás de esa mirada que lo registra todo.
Vendrán otros tipos de robots a vivir en nuestro hogar y sitio de trabajo. Para mí, los drones son la generación pionera de autómatas pobladores del espacio aéreo de nuestra aldea global.
Hoy veré Blade Runner una vez más!