Antes de comenzar algunas películas, los estudios suelen desplegar algunos letreros con cláusulas legales que los exoneran de cualquier disputa, así que he decidido en este artículo imitarlos y, por lo mismo, voy a iniciar con mi propia versión del aviso:
“Las opiniones incluidos en el presente artículo son producto de la interpretación del autor y, por lo mismo, invito a los lectores a que, en caso de no estar de acuerdo o de querer dar sus comentarios al respecto, lo hagan muy respetuosamente a través del formato al final del mismo o en Twitter ”.
Ya con la aclaración anterior, es posible comenzar con una pregunta suelta para todos los lectores:
¿Qué pasaría si la conciencia pudiera cargarse a la nube, generando una Inteligencia Artificial (AI) con todas las emociones propias de un ser humano?
Alrededor de esa idea se desarrolla la trama de “Transcendence” una película del 2014 que, aunque ya tiene sus añitos, plantea cuestionamientos validos que, a medida que pasa el tiempo y la ciencia avanza, cada vez podría llegar a ser más actuales y, sobre todo, reales.
¿Qué implicaría para la raza humana física, intelectual y emocionalmente que una gran mente de un científico pudiera ser cargada a la nube?
Digamos que por el azar o la receta correcta, de alguna forma en “Transcendence” se logra dar cabida en la trama para una especie de “Frankenstein” conformado por un mono moribundo, al cual, le insertan una conciencia humana para transferirla a una especie de Inteligencia Artificial para finalmente, generar una máquina con rasgos de personalidad humana.
Dicho “clon” con el tiempo debe ser liberado en la nube con acceso prácticamente ilimitado a recursos y a la data disponible en Internet para evitar que el científico muera con el mono que, hace las veces de recipiente y de puente, para cargar las memorias al ciberespacio.
En este punto es donde “Transcendence” puede llegar a ilustrar esa arraigada convergencia que existe actualmente entre el mundo digital y el real. A tal punto que, aunque la película ya tiene más de 7 años, muchos pueden llegar a preguntarse si en un futuro no muy lejano, con toda la influencia del Multiverso (o Metaverso según “Meta”), los avatares o versiones digitales de nosotros mismos pueden pasar de ser una simple extensión para ser el protagonista principal en todos los ambientes, reviviendo de cierta forma el eterno debate filosófico en donde “se concibe al cuerpo como la cárcel del alma”.
Así las cosas, “Transcendence” sin dejar de tener los sesgos propios de la Ciencia Ficción, plantea preguntas interesantes sobre el futuro cercano, en el cual, posiblemente existirá una versión post-digital mejorada de nosotros mismos que, gracias a la nanotecnología, podrá ser capaz hasta de auto-repararse dejando atrás muchos dilemas propios de la existencia misma como el dolor, las enfermedades, las limitaciones físicas del cuerpo y hasta la muerte misma.
Finalmente, aunque no es la mejor película que se ha producido, es valido decir que puede llegar a hacer reflexionar a muchos de los amantes de la tecnología y, en especial, a los fanáticos de la Inteligencia Artificial.
