Sony, una nueva esperanza
Por estos días mi querida Bogotá abrió las puertas al Sony Fest, una propuesta impulsada por la primera marca que aprendí a querer, y eso ya es mucho decir viniendo de un publicista. Mi cariño surgió del pequeño Trinitron de 14” que acompañaba mis tardes al regresar del colegio y fue creciendo con amigos como Walkman y Discman, para consagrarse con el Xperia que acompaña mis locuras diarias, precisamente por eso no cabía de la dicha cuando recibí la invitación de Sony, vía Facebook, a su gran evento.
Tras un par de requisas, por aquello de la copa mundo, pude ingresar y sucumbí ante la belleza de la nueva línea de TVs y su magnífica proyección de imágenes de destinos turísticos que parecían creados con plumas de colores que jamás había visto: También quedé enamorado de un par de lentes fotográficos que captaban la realidad de forma sobrenatural y me perdí en la fortaleza de la soledad al sentir el increíble poder de los audífonos Sony que envolvían mis oídos en un océano de sonidos para mí solito.
Recorría la exhibición y, para mi agrado, pude encontrar mucha presencia de la comunidad gamer, inmersa en el mundo de GT5, los movimientos frenéticos de baile usando el PS move y gritando con orgullo cada gol en el torneo de fútbol, sin embargo, ver a un par de pequeños jugando GOW, totalmente desconectados del mundo gracias al headset en cada consola, me hizo recordar aquellos momentos de mi infancia cuando pasaba tardes enteras disfrutando los universos imaginarios a los que mi PS2 me permitía entrar.
Por eso, así como Kratos le regaló esperanza a la humanidad en el épico final de God of War 3, Sony nos enseña a creer, una vez más, en el buen diseño, la calidad multimedia y el poder de la innovación en un mundo lleno de tecnología.
Señor lector: Para ver más información lo invitamos a visitar nuestra sección dedicada al #SonyFest.