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Las escuelas como startups: creando espacios para la innovación y otros asuntos

¿Programación? ¿Experiencias educativas significativas?¿Innovación? ¿Cuáles son las tendencias en educación y tecnología en el salón de clase?

¿Qué está pasando en el mundo de la tecnología y la educación? ¿Cuáles son las tendencias, los retos y los desarrollos de este sector que se estima cuesta ya hoy algo más de 12 billones de dólares únicamente en los Estados Unidos? El informe Horizon es un reporte sobre las tendencias, los retos y los desarrollos de la tecnología en la educación primaria y secundaria. El reporte se refiere únicamente al mercado de los Estados Unidos. Sin embargo, es relevante para todos los que nos interesa la tecnología y es de suma importancia para aquellos que estamos involucrados en educación también.

Empecemos con las tendencias que, como bien las describe el reporte, están permitiendo una adopción rápida de la tecnología en las aulas de clase.  En el largo plazo, con un horizonte de adopción de cinco a más años, en las aulas de clase veremos cada vez más una cultura innovadora, donde se vale fallar, donde la clase empieza con una pregunta y puede terminar con un prototipo o viceversa. Las escuelas serán espacios menos restringidos por los agentes externos y se parecen más a las startups donde se “pivotean” y prueban las ideas para mejorar los procesos de aprendizaje y enseñanza.

En el mediano plazo, tres a cinco años, veremos un aprendizaje más activo, más proyectos, más colaboración y quizás por fin veremos también más pensamiento crítico. Los estudiantes serán por fin el centro del proceso y no el maestro. Esto se verá más como buena práctica que como una innovación o un cambio de paradigma. 

Gracias a los desarrollos de Big Data y otros, las evaluaciones formales (los exámenes estandarizados) y no formales (las que hace el maestro) serán cada vez más sofisticadas y tendrán en cuenta las habilidades blandas del estudiante, de su grupo y de su escuela. En ese plazo, también veremos cambios en los espacios de aprendizaje. Es decir menos mesitas mirando al tablero y más niños sentados trabajando en equipos con espacios más parecidos a los de las oficinas de las compañías de tecnología. 

En el corto plazo veremos, por supuesto, lo que ya estamos viendo: la programación como una asignatura casi obligatoria, o quizás como algo que se aprende los días que los niños y jovenes no hacen deporte. Programar puede y debería volverse una actividad académica con la formalidad que requiere y se merece. Y también debe y debería ser una actividad lúdica con la informalidad que requiere para no perder la creatividad, y el sentido del humor (que se desvanece en los muchos de los ambientes escolares formales). En los próximos dos a tres años veremos más énfasis en  el aprendizaje STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) con la A de arte agregada para buscar o querer tener estudiantes que terminen su escolaridad entendiendo la complejidad del mundo exterior y con las herramientas adecuadas para moverse en la cuarta revolución industrial. Qué por cierto es YA. 

Estas tendencias lo que muestran es que la escuela, por fin, parece estar moviéndose de su modelo del siglo 19 a un modelo más adecuado a un mundo donde el cambio y la transformación es constante. Algunos dirán que estas tendencias, son modas. Pero no. Nada más pasado de moda que lo que sucede en una escuela promedio: unos niños sentados escuchando a un adulto decir cosas. Ese es un modelo que incluso cuando yo estuve en el colegio, ya estaba mandado a recoger. Y era aburrido y poco enriquecedor a finales del siglo 20 con contadas excepciones. Ahora en pleno siglo 21, la escuela debería ser un ambiente vibrante donde estas tendencias son una realidad y donde los niños (los maestros y los directivos) están construyendo y preparándose para un mundo mejor y diferente.

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