Los conductores colombianos tienen un nuevo enemigo en las carreteras nacionales. Se trata de las fotomultas. Algunos municipios han encontrado en ellas una nueva fuente de ingresos para sus finanzas, significativamente golpeadas por la intempestiva llegada de una desaceleración económica.
Hace casi 2 años describí como fuí víctima de una nueva tecnología para controlar la documentación de los vehículos. Aunque propició una situación incómoda, en ese caso particular debo aceptar que yo estaba incumpliendo con la legislación. Y que por cierto, esa legislación tiene una base lógica. Esta nueva serie de fotomultas tiene una sensación diferente para los conductores.
La molestia que me causa la nueva oleada de fotomultas no tiene que ver con injusticia. En la mayoría de los casos han sido impuestas a conductores que, en efecto, conducen por encima del límite de velocidad establecido. Pero si creo que tienen que ver con abusos de autoridad. He notado un factor común entre los multados Todos se quejan de las multas son impuestas sobre límites de velocidad absurdos, tanto por su localización, com por su valor. Hablo de zonas de límites máximos entre 30km/h y 60km/h en autopistas de última generación que transitan por zonas relativamente deshabitadas.
No me extrañaría que los límites hayan sido impuestos sin ningún criterio técnico. Por el contrario sospecho que el criterio tiene mucho mas que ver con las necesidades financieras del municipio que los impone. Son, para mi gusto, trampas específicamente impuestas con el fin de multar ciudadanos, no de protegerlos. Sin ser un experto en señalización o seguridad vial, me atrevo a opinar que seguir al dedillo los límites impuestos en las carreteras nacionales pone en peligro la vida de los pasajeros. ¿Qué se puede desencadenar cuando un conductor pasa sorpresivamente de 120km/h a 40km/h en una autopista sin ninguna razón diferente a una señal aislada?
Por la Avenida El Dorado de Bogotá, una de las mas rápidas de la ciudad hay señales que indican que se debe transitar a 10km/h. Detener el carro a esa velocidad significa básicamente detener el carro en medio de una avenida sin ninguna razón que lo justifique. Recuerdo una artículo de la Revista Soho en la cual el columnista relata como puso su vida en peligro al intentar cumplir a cabalidad con todas las señales de la Avenida Circunvalar en Bogotá.
La tecnología, por desgracia, facilita este tipo de abusos por parte de las autoridades. El costo de instalar una fotomultadora se debe pagar con 2 o 3 incautos, el resto es ganancia total. Para los usuarios queda la mala sensación de ser víctimas de las mismas autoridades que nos deberían estar protegiendo. ¿Qué podemos hacer? ¡Apelar a la inteligencia colectiva! Hoy es casi suicida salir a las carreteras nacionales sin estar usando Waze o un detector de radar o ambas, para mayor protección. Comprendo el argumento para imponer límites de velocidad, pero los límites se tienen que compadecer con las capacidades de vehículos y carreteras. Ni hablemos de las graves falencias en los sistemas que procedimientos que rigen luego a la hora de hacer el pago.
