Durante décadas, buena parte del trabajo de los gerentes, directores y otros líderes ha consistido en tareas que, aunque necesarias, rara vez agregan valor estratégico: recopilar informes, revisar datos de desempeño, redactar actas de reuniones, dar seguimiento a tareas operativas. Actividades rutinarias que, con el auge de la inteligencia artificial generativa y conectores inteligentes como los de ChatGPT, podrían tener sus días contados.
Algunas posiciones al respecto
¿Es esto una amenaza? Tal vez no tanto. Lo que está ocurriendo es una redistribución del tiempo y los recursos. La IA, gracias a su capacidad para organizar información, resumir documentos, monitorear flujos de trabajo y generar reportes automáticos, está empezando a liberar a los gerentes de lo que antes era considerado trabajo administrativo esencial. Esto no implica que los líderes sobren, sino que sus prioridades están cambiando.
La transformación es profunda. En vez de supervisar minucias, los gerentes ahora pueden centrarse en la toma de decisiones estratégicas, en el desarrollo del talento humano y en construir relaciones más sólidas con clientes, proveedores y colaboradores. Esto es especialmente cierto en organizaciones que adoptan modelos ágiles o estructuras más horizontales, donde la IA puede operar como una capa de soporte silenciosa pero poderosa.
Y… ¿Entonces, qué pasa con los líderes?
La transformación digital no está exenta de retos. La dependencia excesiva de asistentes virtuales podría llevar a una desconexión de la realidad operativa. Si un gerente deja de revisar los informes directamente y confía ciegamente en los resúmenes generados por la IA, corre el riesgo de perder señales clave o contextos sutiles que, muy posiblemente, una máquina aún no es capaz de interpretar. Además, el juicio humano sigue siendo irremplazable en escenarios ambiguos, éticos o políticamente sensibles.
La clave, entonces, no es reemplazar a los gerentes, sino ayudarlos a evolucionar. Aquellos que comprendan cómo aprovechar estas herramientas, sin delegar su criterio ni su responsabilidad, estarán mejor preparados para liderar en un entorno cada vez más automatizado. La IA no quita poder a la gerencia, le exige ejercerlo con mayor inteligencia.
Porque al final, una herramienta que puede redactar el acta de la reunión o resumir un dashboard no reemplaza la capacidad de inspirar, decidir o crear una visión. Eso sigue siendo, por ahora, territorio humano.
