Hace unos días mientras salía a hacer mis ejercicios matutinos que hacen parte de la rutina del fin de semana, por desgracia, mi iPhone 4 (un modelo viejito, el pobre) decidió aventurarse a saltar fuera del bolsillo de mi pantaloneta. Como es natural, más de un amigo de lo ajeno suele estar pendiente para aprovechar este tipo de oportunidades o, como dicen en Colombia: “papayasos”. Así pues, apenas fui a conectar mis audífonos para escuchar música mientras trotaba no encontré el SmartPhone. De inmediato recordé que los servicios de localización estaban encendidos y que por medio de la aplicación “Find My iPhone” podría proceder a rastrear el teléfono desde mi iPad o desde la aplicación web que esta en iCloud.com.
Camino al apartamento, los peores pensamientos se apoderaron de mi mente; recordé la rivalidad entre Apple y Google que llevó a la creación de “Apple Maps” y, en ese momento, empecé a sudar frío pues rastrear mi iPhone 4 usando dichos nuevos mapas iba a ser no sólo “una tarea titánica” sino más bien imposible. Para mi sorpresa 15 minutos después de una larga carrera con subida de escaleras incluida, logré entrar a mi iPad y abrir rápidamente la aplicación de “Find My iPhone” para darme cuenta delo siguiente:
- No tenía todos los dispositivos sincronizados bajo el mismo ID, así que me vi en la obligación de cambiar de ID hasta cuando encontré el teléfono dentro de la opción “Devices”,
- Al ver la ubicación efectivamente noté que era “Google Maps”. En ese momento me “volvió el alma al cuerpo” y empecé a percibir que la terminal seguía muy cerca de donde yo me encontraba,
- Al llamar a mi número, la persona “amiga de lo ajeno” no quería contestar o no lo escuchaba porque se encontraba sin volumen; el dispositivo sólo vibraba. Luego de diversas llamadas decidí usar la opción “Play sound” para hacer sonar el dispositivo. Después de esto volví a llamar y me contesto una voz femenina diciendo que se había encontrado el iPhone y que ya estaba muy lejos pero con gusto me lo devolvería 4 horas más tarde y en un centro comercial ubicado en un lugar lejano de la ciudad. Incluso me dio su número de teléfono para localizarla más tarde. Sonaba como la estafa perfecta, no sólo iba a perder el teléfono sino que también la amiga de lo ajeno mi iPhone tendría la oportunidad ubicarme en su terreno donde ella jugaría de local: todo sería bajo sus condiciones y restricciones.
En ese momento decidí analizar las opciones antes de proseguir:
- La opción más simple era hacerle caso a la persona y confiar en su buena fe pensando que ya estaba muy lejos como para devolverlo prontamente.
- Todo el resto de las opciones que vinieron a mi mente involucraban la aplicación de “Find My iPhone” para corroborar que, efectivamente, lo que me estaba diciendo era verdad; bloquear la terminal usando “Lost Mode” y enviarle un mensaje a la persona para activar un único número con el cual me podría contactar. Finalmente también llegue a pensar lo peor de la situación, en cuya caso sólo me quedaba la alternativa de proceder a usar la opción llamada “Erase iPhone”, para eliminar todos mis datos del terminal perdido y llamar al operador a fin de bloquear el respectivo número, evitando que fuera usado para realizar estafas de telefónicas por medio de la ingeniería social.
Después de revisar la ubicación y ver lo cerca que se encontraba la terminal intenté ubicarla pero, lastimosamente, existe un porcentaje de error en la localización de alrededor de una cuadra; entonces no era nada fácil visualizar al poseedor de mi teléfono en la distancia y menos en la hora pico. Así que intenté localizarlo haciéndo sonar el aparato por medio de la opción “Play sound”; pero de nuevo, al estar al aire libre y con el trafico de más de 30 automóviles pasando por cada sentido de la vía principal donde me encontraba no tuve éxito.
Finalmente no me quedo más remedio que usar la ingeniería social, “la malicia indígena” y decidí ofrecer una recompensa por recuperar mi teléfono. Una vez decidido, continúe con el bloqueo de la terminal usando “Lost Mode” y le envié a la persona un mensaje diciéndole que la posibilidad de recompensa estaba en pie y dándole un número único en el cual me podría contactar. Esto demostró que “por la plata baila el mono” y, efectivamente, la persona llamó y especificó un punto de encuentro al que llegó con 2 horas de retraso, pero, finalmente me entrego el iPhone.
En esta travesía aprendí varias cosas, entre las cuales se encuentran estas:
- Siempre se deben tener los servicios de localización activos. Para esto es necesario ingresar a “Configuración” (“Settings” en ingles) – iCloud – configurar la cuenta respectiva (la misma en el iPhone, iPad, iCloud.com para poder rastrear cualquiera de esos dispositivos de manera remota) y dejar activa la opción de “Find My iPhone”. En las opciones de Privacidad (“Privacy” en inglés) – dejar activos los “Servicios de Localización” – y nuevamente dejar activa la opción de “Find My iPhone” pero sin el “Icono en la Barra de Estado” para que “las personas amigas de lo ajeno” no detecten que se está rastreando la terminal en un determinado momento,
- No olvidar en las opciones generales – activar la clave de acceso al iPhone después un determinado numero de minutos de inactividad,
- La paciencia suele ser muy útil en estos casos; siempre se debe evitar desesperar o fastidiar a la persona que tiene el iPhone retenido pues puede llegar a apagarlo si se ve forzada a ello. Si eso pasa, las opciones de seguimiento serán prácticamente nulas,
- En lo posible evitar hacerle seguimiento a la terminal sin la compañía de una o más personas que le puedan ayudar a evitar ser avasallado en el momento de una confrontación con el ladrón,
- Es bueno tratar de razonar con la persona que retenga de manera indebida la terminal para convencerla de entregarlo por las buenas o a cambio de una recompensa,
- Si nada de lo anterior funciona, se debe proceder a usar la opción llamada “Erase iPhone” para eliminar todos los datos del terminal perdido y llamar al operador para bloquear el respectivo número.
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