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Los viajes en el tiempo en la era de la hiper-estimulación

De la hiperestimulación derivada de la hiperconectividad a cómo se podría viajar en el tiempo.

El tiempo es una cuestión que ha interesado por siglos a campos como la filosofía, la metafísica, la psicología, la física y hasta la ciencia ficción.

 

Aun siendo un componente tan fundamental de la vida humana y un concepto en el que aparentemente todos estamos de acuerdo, si se mira con detenimiento, es posible advertir que prácticamente nadie puede definirlo ni establecer acerca de él leyes que puedan aplicarse universalmente a todas las personas y las situaciones. Y aparte de todos los hechos relativamente objetivos y materiales que pueden modificarlo y alterar la forma como lo percibimos, es claro que el mundo interior de cada persona y sus pensamientos son un factor determinante en la forma como cada cual se relaciona con él y se mueve dentro de sus límites abstractos.

 

Ese panorama se torna aún más complejo si se piensa en la infinita cantidad de estímulos que ofrece esta época en que la híperconectividad facilita que nuestra mente se encuentre constantemente ocupada por los mares de información a los que tenemos acceso. De todas las formas en las cuales eso puede modificar nuestra percepción del tiempo, el concepto que tenemos de él y la forma como organizamos nuestra vida en el marco de sus vectores, quiero proponer al menos cuatro que considero especialmente notables en la actualidad.

 

Para empezar, el hecho de que cuando estamos absortos en conversaciones virtuales y en el consumo de información a través de las redes sociales perdemos casi por completo la noción del momento en que nos encontramos y existimos prácticamente sin una consciencia temporal, atendiendo solo a los estímulos que nos llegan a través del móvil o cualquier otro dispositivo. Eso, dicho sea de paso, representa al mismo tiempo una ausencia transitoria del mundo físico y una forma de “matar el tiempo” en una era en la que paradójicamente muchos están aburridos y buscan distracciones.

 

Por otro lado, la posibilidad de acceder a hechos que han sucedido en otros momentos, y que podemos vivir en nuestro ahora por medio aplicaciones de video (entre otras), es una especie de viaje hacia el pasado que nos permite habitar por un instante sucesos que ya no existen más que en forma de bits de información. Esto abre, entre muchas otras posibilidades, la de revisitar infinitamente los acontecimientos.

 

En un sentido similar, hoy tenemos, como nunca en otras épocas, la posibilidad de conectarnos en tiempo real con personas que se encuentran en zonas horarias distintas, lo cual metafóricamente representaría también moverse hacia el futuro o el pasado, y habitar de forma simultánea en instantes diferentes.

 

Finalmente, en relación con la idea de algunos filósofos (Aristóteles, entre otros) de que el cambio es lo único permanente en la vida y por consiguiente la prueba visible del paso del tiempo, hoy parece extremadamente notable la forma como las personas cambian sus estados de ánimo, sus pensamientos, sus emociones, sus deseos y reelaboran sin fin una identidad que tiene como principal escenario las redes sociales. Ese impulso frenético a la transformación efímera es un juego en el que se busca acelerar el tiempo para pasar rápidamente a un momento siguiente en el cual hay nuevos estímulos para los sentidos. A mi modo de ver, esa es una de las razones en las que radica el hecho de que hoy seamos prácticamente incapaces de enfocarnos mentalmente, silenciar los pensamientos y tener momentos de auténtica serenidad y consciencia.

 

Esta es una aproximación realmente breve a un tema sobre el que podrían escribirse enciclopedias enteras (o millones de gigas de información), una dimensión de nuestra experiencia sobre la que tal vez muchos hoy no tienen el interés de reflexionar, como quizás los peces no necesitan reflexionar acerca del agua. No obstante, es una invitación a pensarnos frente a las infinitas modificaciones que la tecnología produce sobre nuestra vida, sabiendo primero que, al igual que el tiempo, todo lo que estamos en capacidad de crear, ha estado primero en nuestro pensamiento.

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