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Hablemos de emociones! Hablemos de emociones!

¡Hablemos de emociones!

El desarrollo de la Inteligencia Emocional es fundamental para avanzar en la vida y en el mundo conectado!

Con bastante frecuencia los seres humanos defendemos la racionalidad de nuestras decisiones y tenemos la creencia de que el pensamiento concienzudo y analítico es la guía más fiable y constante desde la que actuamos. Pero la verdad es que nuestras emociones influyen mucho más de lo que creemos en nuestros comportamientos y decisiones. Somos por naturaleza seres emocionales, nos mueve profundamente la energía de las emociones y la mayor parte del tiempo no somos conscientes de ello.

 

Como en tantas otras áreas de la vida humana, en el aspecto emocional hay interesantes reflexiones que pueden hacerse con respecto a la tecnología y su influencia en nosotros. Consideremos cuatro puntos, con un enfoque en lo que puede ayudarnos para trabajar nuestra inteligencia emocional:

 

Vivimos en piloto automático

 

Ese nivel de consciencia limitada en el que por naturaleza vivimos y la tendencia que tenemos a simplemente reaccionar a la vida se acentúa considerablemente con el uso de la tecnología. Si ya de por sí vamos por ahí sin atender a nuestro mundo interior, la permanente estimulación informativa refuerza el impulso de pasar de una emoción a otra sin fijarnos con profundidad.

 

En el mundo de la Inteligencia Emocional (IE) se plantea que el primer paso para gestionar asertivamente las emociones es hacernos conscientes de lo que sentimos y notar los pensamientos que tenemos ante las situaciones, es decir, reconocer que no son los hechos por sí mismos los que disparan las emociones, sino nuestras interpretaciones y reacciones. De ahí que respirar y hacer una pausa para mirarnos y sentirnos sea esencial para la gestión emocional.

 

Las redes como un confesionario emocional

 

Si bien hay muchas personas que han aprendido a usar las redes sociales de forma mesurada y comparten en ellas información relevante, también es claro que siguen abundando las publicaciones en que las personas exteriorizan sus estados de ánimo y buscan un espacio para desahogarse. Los estados de WhatsApp, al lado de las historias de Facebook e Instagram y las publicaciones en el feed son para muchos, auténticos espacios para mostrar estados de ánimo, pasiones, gustos, motivaciones y dolores.

 

Esa necesidad de contar al mundo lo que sentimos está conectada con nuestro deseo esencial de ser escuchados y reconocidos por otros. Hablar de nuestras emociones es otra recomendación fundamental de los expertos en IE y aunque obviamente es mejor hacerlo en privado, el ejercicio de las redes sociales es un claro indicador de nuestra necesidad de comunicar lo que sentimos y pensamos. Si hablamos abiertamente de lo que sentimos nos ayudamos considerablemente.

 

Autorregularse

 

En el mundo real, tanto como en las interacciones virtuales, los estudios en IE han demostrado que aprender a regular las reacciones es uno de los retos más grandes, sobre todo por nuestra mencionada tendencia a ir en piloto automático. Sin embargo, también se sabe que cuando hemos aprendido a observar nuestro mundo interior estamos en mayor capacidad de regular inteligentemente nuestras respuestas.

 

Por ejemplo, la capacidad de pensar antes de actuar y evitar publicar en redes algo vergonzoso u ofensivo, es un buen ejercicio que nos recuerda que sí podemos controlarnos y que, sea cual sea la situación, siempre tenemos el poder de escoger una respuesta inteligente. Si se tiene al menos un mínimo de consciencia, hay garantía de hacerlo cada vez mejor. Es cuestión de práctica y de consciencia.

 

La motivación

 

Los genios del marketing conocen perfectamente el poder de las emociones y apelan constantemente a él para mover las audiencias y persuadir. Tal es la razón de que muchas veces actuemos impulsivamente y hasta terminemos comprando productos que en realidad no necesitamos. Los estímulos para las emociones abundan en la red y por eso vamos fluctuando de un estado emocional a otro mientras navegamos.

 

Pero, así como somos sujetos de las motivaciones externas, los expertos de la IE también saben que motivarnos a nosotros mismos es una competencia que podemos desarrollar. Ya sea que busquemos contenidos para sentirnos mejor, que nos desconectemos para estar en silencio o que usemos la tecnología para tener conversaciones de valor, lo cierto es que, el mundo nos provee recursos abundantes para encontrar el equilibrio y la motivación. Si podemos sentirnos bien por nuestra propia cuenta, tenemos la capacidad de mantener un estado emocional equilibrado, a pesar de las situaciones.

 

¿Qué sería del mundo sin las emociones?

 

A veces se cree erróneamente que la IE consiste en ser insensibles ante la vida y las personas y que lo mejor es reprimir las emociones, pero los expertos saben que éstas siempre terminan por imponerse. Por eso, la verdadera gestión emocional empieza por conocernos y aceptarnos. Un primer paso esencial que se complementa con aprender a regular las respuestas y encontrar las motivaciones por nuestra propia cuenta.

 

Somos seres racionales, no hay duda, pero primero está el poder de las emociones y eso es lo que nos ha dado la fuerza para crear, movernos, conectarnos y aumentar nuestras posibilidades de sobrevivir y evolucionar. De nuevo, el legado tecnológico de la humanidad es una evidencia irrefutable de ello.

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