Hay momentos pivotales en la historia de la humanidad y de la tecnología. Y hoy (30 de noviembre) celebramos el primer aniversario del que seguramente pasará la historia como uno de ellos.
Si usted le preguntaba a la mayoría de la gente sobre inteligencia artificial hace un año eran pocos los que habían oído hablar de ella y muchos menos aquellos que (sabían que) la habían utilizado.
Fast forward un año, y la historia es completamente diferente: no hay evento familiar en el que no se hable inteligencia artificial. No hay evento de negocios en la que no haya al menos una conferencia sobre inteligencia artificial. No hay llamada con inversionistas o entrega resultados financieros en donde el término no se utilice por lo menos 4 o 5 veces.
Y no es que la inteligencia artificial se haya inventado hace un año (el término se “conjuró” en 1956); es que hace un año, con el lanzamiento de ChatGPT, esa tecnología tuvo su “momento iPhone”: el punto de inflexión en el que dejó de ser un tema de nicho (por ejemplo para detección de cáncer o para optimizar el consumo de energía en data centers), reservado para unos pocos, y se masificó llegando al público en general.
En sus primeros 30 días el servicio llegó a 100 millones de usuarios, una cifra que ahora se cumple cada semana. Usuarios de todos los tipos con todo tipo de consultas: desde escribir un poema hasta crear un plan de negocios, pasando por itinerarios de viaje o sugerencias de cómo cocinar ciertos ingredientes. Y, claro, millones de tareas de estudiantes de todos los grados y carreras.
Hoy las funcionalidades de ChatGPT están embebidas en Bing, en office, en windows y en miles de aplicaciones de terceros. Y, siguiendo su éxito, todas las compañías tecnológicas han lanzado sus propios asistentes inteligentes basados en inteligencia artificial generativa entrenados en LLMs.
Mire todo lo aue ha pasado en tan solo 12 meses. Y ahora trate de pensar en lo que viene.
Mire la explicación que daba Bill Gates (posiblemente la persona con mayor visibilidad de lo que era y de lo pudiese llegar a ser el internet) del internet en 1995.
A menudo me pregunto si él, en ese momento podía predecir cómo nos cambiaría la vida el internet. Si sabía que podríamos identificar cualquier canción con solo acerca nuestro “computador” a un parlante, si preveía que podríamos hablarle a nuestras casas para que prendieran las luces, cerraran las cortinas o encendieran la cafetera. Si su visión le permitía preveer que tendríamos carros que se manejan solos y que cualquier persona podría exponer sus puntos de vista a todas las personas del planeta con un click.
Hoy estamos, a nivel de inteligencia artificial, como estábamos en 1995 con el internet: con la novedad, con el wow, pero con una visión súper limitada de lo que puede terminar generando.
Y todo gracias a ChatGPT.
