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¿Un elevador al espacio? Están más cerca de lo que creemos

El nuevo sistema de transporte no contribuiría al problema de la basura espacial de la misma manera o grado que hacen los cohetes desechables.

La idea de un ascensor espacial que conecte la Tierra con el espacio de forma más directa y económica ha fascinado por varias décadas a la diversidad de científicos. Y Tal parece que está más cerca de lo que podríamos llegar a pensar. A continuación, le brindaremos todos los detalles al respecto.

 

Ascensor espacial

Las semillas de un ascensor espacial fueron sembradas por primera vez por el científico ruso Konstantin Tsiolkovsky en 1895. Pero, mucho ha pasado desde entonces hasta la actualidad.

Lo cierto es que según el físico Bradley Edwards, quien investigó el concepto para la NASA hace unos 20 años, costaría alrededor de $10 mil millones y tomaría 15 años construir un ascensor espacial, sin embargo, una vez que esté en funcionamiento, el costo de enviar una carga útil a cualquier órbita terrestre podría ser tan bajo como $100 por libra.

Según comentó el físico Edwards, a Space.com en 2005, una vez que reduce el costo a casi un nivel de “Fed-Ex”, abre las puertas a muchas personas, así como también a muchos países y muchas empresas para involucrarse en el espacio.

Además de las ventajas económicas que representa, poder contar con un ascensor espacial también sería más limpio que utilizar cohetes (no se quemaría combustible ni se producirían emisiones nocivas de efecto invernadero) y asimismo, el nuevo sistema de transporte no contribuiría al problema de la basura espacial de la misma manera o grado que hacen los cohetes desechables.

 

Dificultades de amarre

Pero, cabe hacerse la pregunta, ¿por qué no tenemos uno todavía? Bradley Edwards escribió en su informe para la NASA que toda la tecnología necesaria para construir un ascensor espacial ya existía, excepto el material necesario para construir la correa, que debe ser ligera pero, al mismo tiempo, lo suficientemente fuerte como para aguantar todas las monumentales fuerzas que actúan sobre ella.

La buena noticia, según el informe, era que el material “nanotubos” de carbono ultra-resistentes y ultra-pequeños, estaría disponible en solo dos años. Al parecer ningún otro material que no sea el nanotubos de carbono es lo suficientemente fuerte según Edwards. Afortunadamente, la investigación de nanotubos de carbono es extremadamente importante en este momento y está progresando rápidamente hacia la producción comercial. Sin embargo, al parecer sería muy difícil sintetizar nanotubos de carbono; hasta el momento, nadie ha podido hacer crecer uno de más de 21 pulgadas.

La investigación adicional del material develó que también tiende a deshilacharse bajo un estrés excesivo, lo que quiere decir que incluso si se pudiera fabricar nanotubos de carbono en las longitudes necesarias, correrían el riesgo de romperse, destruyendo el ascensor espacial y amenazando vidas en Tierra.

 

Mirando hacia el futuro

Contrariamente al informe de Edwards, los investigadores de la Universidad Johns Hopkins, Sean Sun y Dan Popescu, mencionaron que las fibras de Kevlar podrían funcionar y que solo se necesitaría reparar continuamente la atadura, de la misma forma que el cuerpo humano repara constantemente sus tendones.

Haciendo uso de sensores y software de Inteligencia Artificial (IA), sería posible modelar matemáticamente toda la correa para predecir cuándo, así como también dónde y cómo se romperían las fibras, o al menos esto fue lo que escribieron los investigadores en Aeon en 2018.

Incluso, los astrónomos de la Universidad de Cambridge y la Universidad de Columbia también creen que Kevlar podría funcionar para un ascensor espacial, si lo construyeran desde la luna, en vez de la Tierra.

Denominan a su concepto “Spaceline”, y la idea es que una atadura unida a la superficie de la luna podría extenderse hacia la órbita geoestacionaria de la Tierra, mantenida tensa por la atracción de la gravedad de nuestro planeta. Posteriormente, se podría llegar a usar cohetes para entregar cargas útiles, y potencialmente personas, a robots trepadores alimentados por energía solar situados al final de esta atadura de más de 200,000 millas de largo. Los bots podrían entonces viajar por la línea hasta la superficie de la luna.

Esto no descartaría la necesidad de que los cohetes entren en la órbita de la Tierra, pero si sería una manera mucho más económica de llegar a la luna. Las fuerzas que actúan en un ascensor espacial lunar tampoco serían tan fuertes como las que se extienden desde la superficie de la Tierra, según los investigadores, esto abre más opciones para los materiales de sujeción.

Mientras tanto, diversos investigadores de China, parecen no darse por vencidos con la idea de hacer uso de nanotubos de carbono para un ascensor espacial; en el año de 2018, un equipo de la Universidad de Tsinghua reveló que habían desarrollado nanotubos que, según comentaban, son lo suficientemente fuertes como para sujetarlos.

Incluso, en 2021, el medio de comunicación estatal Xinhua publicó un video que logro evidenciar un concepto en desarrollo, denominado “Sky Ladder”, que consistiría en ascensores espaciales sobre la Tierra y la luna. China pronostica que su “Sky Ladder” por ejemplo, podría disminuir el costo de enviar personas y bienes a la luna en un 96 %.

Desde que el científico ruso Konstantin Tsiolkovsky en 1895 sembró las semillas de un ascensor espacial, se ha logrado un progreso enorme en el desarrollo de materiales con las propiedades necesarias para un ascensor espacial. Hoy por hoy, parece posible que algún día podamos tener un material que se pueda fabricar a la escala necesaria para una correa, pero para cuando eso suceda, la necesidad de un ascensor espacial puede haberse evaporado o quizá no, habrá que esperar que sigue sucediendo próximamente.

 

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