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Redes Sociales, Miedo Y Poder: A propósito del caso de Rosa Elvira [Opinión]

El caso de Rosa Elvira ha conmocionado al país. Miles de mensajes a través de las redes sociales…

El caso de Rosa Elvira ha conmocionado al país. Miles de mensajes a través de las redes sociales claman por justicia, a la vez que reflejan un miedo generalizado por una situación que cada vez se siente más cercana: la violación. No sólo han sido las mujeres las que se han pronunciado, sino todo un país que siente malestar por una serie de hechos, que por más monstruosos, individualizados y “sorpresivos” que parezcan, no hacen sino sorprender diariamente, en una suerte de “extraordinariedad” ordinaria. En este país ya no cabe sorprenderse de lo sorprendente.

Cada vez más, en momentos de consternación como este, las Redes Sociales juegan un papel de mayor importancia, no sólo en la articulación de nuevas soluciones a los problemas que una clase dirigente – ya sean políticos, jueces, policías o militares – ha decidido ignorar por completo, sino además en la construcción y difusión de nuevos miedos y enemigos. Participamos de marchas, performances y plantones temiendo ser los siguientes; nos hemos convertido en víctimas “virtuales” de cientos de nuevas amenazas, frente a las cuales, nuestra única posibilidad es sentar la voz de protesta a través de tweets y mensajes de Facebook. (…) Desde luego, en la era del Internet, hay que moverse rápidamente según van surgiendo nuevas cosas que temer: de las balas perdidas, a los ataques con ácido; de los asesinatos con cuchillo, a las violaciones.

Y no es que yo esté en contra de las iniciativas que se gestan en las redes sociales como respuesta a los numerosos peligros que nosotros, ciudadanos comunes y corrientes, nos enfrentamos a diario, ni mucho menos que este insinuando que dichos peligros sean inexistentes. No obstante, sí me surge la inquietud acerca de si las respuestas e iniciativas que se gestan en las Redes Sociales en la actualidad, son ingenua e invariablemente positivas.

En este sentido, me parece muy válido – y además necesario – el cuestionamiento acerca de los posibles efectos negativos del activismo en Internet – que por ser digital es veloz, sencillo e incluso, en ocasiones, efímero -. En el caso de Rosa Elvira, por ejemplo, me han llamado la atención diferentes mensajes con gran exposición en Twitter y Facebook. Sin ninguna pretensión de exhaustividad quisiera citar uno que me ayuda a sustentar mi posición, y decía: “Vivimos en una sociedad que enseña a las mujeres a cuidarse de ser violadas, en vez de enseñar a los hombres a no violar” – esta frase, muy popular y difundida en las redes sociales, inevitablemente me hace surgir una serie de preguntas alrededor de su problema – que en definitiva considero es social y no un asunto de anomalías monstruosas masculinas – y son las siguientes: ¿quién es el enemigo?, ¿cómo lo estamos representando?, ¿cómo lo imaginamos?, ¿cómo debemos actuar frente a él?, ¿la solución es la cadena perpetua?, ¿la pena de muerte?, ¿más policía?, ¿más “educación” para los hombres”?, en cuyo caso, ¿qué es lo que se debe enseñar?, ¿qué violar es malo?

Considero que ya es momento de empezar a considerar las redes sociales como lo que son, es decir, no simples medios de comunicación, sino fuentes de conocimiento, verdad y poder, lo cual implica una gran responsabilidad respecto a lo que se piensa y comunica a través de ellas. Los problemas a los que nos enfrentamos en nuestro diario vivir no son ni pasajeros, ni fragmentos desconectados, ni la consecuencia de un “otro” fácilmente aislable e identificable. Los problemas a los que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana son el resultado de una sociedad que no se reconoce, que ignora sus prioridades y que prefiere regirse por las apariencias sin sustento de un consumo desaforado e incontrolable del cual participamos todos.

Resulta imposible negar el machismo en nuestra sociedad, imposible no aceptar que de muchas formas hemos reducido a las mujeres a ser meros objetos sexuales “consumibles”.  No obstante, ¿son sólo los hombres los responsables de esta objetivización de las mujeres en nuestro país?, ¿qué acaso no participamos todos en la construcción de una realidad en la cual, no sólo no se puede no ser “feliz”, sino además no se puede no ser “deseable”? (…) Rosa Elvira más allá de ser víctima de un individuo depravado, fue víctima de una sociedad enferma; y esto lo sé y lo reconozco por las redes sociales.

 

Sebastian Santisteban

@SebastianSantis

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