El anuncio de Vogue con una modelo generada por IA en colaboración con Guess marcó un antes y un después. Pero este paso no fue aislado: forma parte de una tendencia global donde figuras digitales sin rostro pero con millones de seguidores —llamados influencers virtuales (sobre los cuales ya hemos hablado anteriormente en TECHcetera)— están conquistando el marketing y desafiando el mundo del talento humano. Estos avatares representan campañas de moda, estilo de vida y posicionamiento social sin estar atados a las limitaciones físicas, emocionales o éticas de las personas reales.
Este fenómeno no solo despierta admiración por su perfección digital. Para muchos, también pide a gritos un debate urgente sobre ética, derechos laborales, identidad creativa y ese conflictivo ideal físico que lleva a muchos a sentirse mal por el cuerpo que les tocó.
¿Quiénes son los influencers virtuales?
Seguramente algunos lectores ajenos a redes sociales como Instagram, TikTok y similares, pueden estar perdidos con el tema y, por lo mismo, me voy remitir a una película del 2002 (si, leyó bien, hace casi 20 años) en la cual un personaje llamado Victor Tolosky, decide crear un avatar virtual para influenciar al mundo de la moda y la publicidad. Durante el desarrollo de la trama de “Simone”, Victor pasa por una serie de situaciones bastante pintorescas para evitar que alguien más descubra que solamente se trata de una creación digital.
Con esa idea en mente, ahora veamos lo que está pasando en la actualidad donde las plataformas de Inteligencia Artificial han avanzado lo suficiente como para generar este tipo de avatares aptos para llegar a redes sociales y deleitar a muchos, influenciar a los más jóvenes y aterrorizar a los que aún no entienden la dinámica de los mismos.
El caso es que, para bien o para mal, están marcando tendencia y han llegado para quedarse. El hiperrealismo de los modelos digitales de los Influencers Virtuales parece estar cautivando a las generaciones más jóvenes que se convierten en sus seguidores al instante.
De Vogue a la lógica digital
El anuncio con modelo IA de Vogue encarna el uso de la tecnología para eliminar costos, dirigir la estética y controlar la narrativa visual. Sin embargo, esta decisión tiene consecuencias reales: hasta cierto punto, hace invisibles a modelos, fotógrafos, maquilladores y creativos humanos y reemplaza colaboración por programación estética.
La cercanía con los influencers virtuales es clara: ambos responden a un diseño de marca que prioriza control, eficiencia y predictibilidad visual. Pero el gran descenso del modelo real frente al virtual conduce a varias preguntas, una de ellas es: ¿vale la pena esta perfección a costa de autenticidad, diversidad y derechos laborales?
Mientras apuestas como la de Vogue por la perfección digital, fotógrafos, estilistas, maquilladores y modelos humanos enfrentan una disrupción laboral. Según especialistas del sector, los influencers virtuales reducen los costos, no requieren logística ni contratos individuales, y además minimizan posibilidades de controversias en la vida privada —algo que las marcas tradicionales consideran valioso.
Las marcas no tendrán que lidiar con el temperamento cambiante de las personas que van adquiriendo fama, tampoco con su opinión política, religiosa o sexual, “gente” hecha a la medida de las necesidades de las campañas. https://t.co/GuQkw3f5Qv
— Andrés Murcia Monroy (@OiganAmiApa) June 1, 2021
La masificación de imágenes y videos generados por IA también refuerza estándares irreales de belleza, promoviendo idealizaciones visuales imposibles. Investigaciones han demostrado consistentemente que esto tiene un impacto en la autoestima de los usuarios de las redes sociales. Un estudio reciente llevado a cabo por la Universidad de York en la ciudad canadiense de Toronto, exploró los efectos de tomar un descanso de las redes sociales por un corto período de tiempo. El mismo, encontró que la autoestima y la imagen corporal de las mujeres que dejaron de usar las redes sociales durante solo una semana mejoraron de forma significativa.
¿Hay que prohibirlo?
En este nuevo escenario, no se trata de prohibir o frenar el avance de la Inteligencia Artificial, sino de encontrar un punto de equilibrio que preserve el valor humano dentro de la ecuación. Las industrias creativas necesitan replantear sus modelos para que la innovación no implique la desconexión con el público, la desaparición de rostros, talentos ni oficios reales. Un ecosistema visual sostenible debería integrar a creativos, modelos y profesionales humanos como parte esencial del proceso, asegurando que la autenticidad, la diversidad y la dignidad laboral sigan siendo pilares fundamentales en un mundo cada vez más permeado por algoritmos y píxeles.