El viernes pasado el equipo de Galletas Noel me invitó a participar su Encuentro Red de Valor con una conferencia sobre el futuro del trabajo. Trabajé en mi presentación desde comienzos de año, pensando en cómo el concepto de “trabajo”, y la manera en que lo ejecutamos, ha cambiado de la mano de la tecnología y de su incorporación en nuestras vidas desde el comienzo de los tiempos.
Piense en la invención de las primeras herramientas, hace más de 2.5 Millones de años y cómo estas aumentaron la productividad de quienes la desarrollaron y sus descendientes, o en el impacto que el dominar el fuego tuvo sobre nuestra capacidad mental, lo que llevó al desarrollo de la humanidad y la separación de ella de otros animales. Piense en la automatización de tareas derivadas de la llegada del primer telar mecánico en la 1ra Revolución Industrial y la amenaza que esto generó para las tejedoras de ese entonces. Piense en el impacto que el descubrimiento de la penicilina tuvo en la tasa de natalidad y en la expectativa de vida y en cómo, al vivir más años, tuvimos que empezar a pensar en conceptos como la jubilación (no por lo viejos sino para darle espacio laboral a los jóvenes). O piense en cómo la industrialización derivada de la incorporación de la energía eléctrica al proceso productivo y el modelo especializado de ensamblaje en una línea de producción terminaron generando la implementación de conceptos como la oficina (donde todos debían estar al mismo tiempo) y la semana laboral de 40 horas, la cual sigue vigente a hoy.
El tema, como le he mencionado en el pasado, es que la pandemia del COVID sirvió de catalizador y acelerador de varias tendencias que veníamos venir desde comienzos de la década pasada pero a las cuales el status quo se oponía por diversas razones. Pero la llegada del COVID destruyó la pocas barreras que quedaban y abrió una puerta inmensa para cambios estructurales que afectarán el trabajo de ahora en adelante.
El “Nuevo Normal”
Mucho se ha hablado del Nuevo Normal y la puja entre lo que esperan los empleados en la era post-Covid y lo que están dispuestos a dar los empleadores. Y así como en Estados Unidos estamos viendo el Great Resignation, estoy seguro que en Colombia y el resto de la región veremos -en lo que queda del año y el 2023- una recomposición importante de la fuerza y movimientos gigantescos de empleados desde y hacia otras otras empresas. La razón es sencilla: la pandemia demostró que no tenemos que estar en la oficina todos los días para hacer nuestro trabajo (si, yo sé, tuvimos meses caóticos mientras nos acoplamos al trabajo en casa) y que el trabajo remoto es una opción real que ofrece algunos beneficios. Si usted cree que todos sus empleados volverán este año a la oficina el 100% del tiempo y que todo volverá a ser como antes está equivocado.
En medio de la investigación para mi conferencia el equipo de Microsoft me compartió los resultados de un estudio que realizaron este año entre más de 30,000 personas incluidos muchos de América Latina y que han denominado el Work Trend Index 2022. Lo invito que lo lea todo porque los resultados son bien interesantes. Pero déjeme le resumo algunos de los hallazgos que más me llamaron la atención, porque demuestran que los empleados que está recibiendo luego de la pandemia no son los mismos que usted envió a casa en Marzo del 2020 (están condensados en un par de slides de mi presentación).
Lo primero es entender que el 40% de sus empleados está pensando en cambiar de trabajo este año. ¿Se ha puesto a pensar el impacto que tendría su operación si en los siguientes 7 meses usted tiene que reemplazar a casi de la mitad de su gente? ¿Cuánto puede ser el impacto en la productividad de su empresa, en sus ventas, en sus costos, en el know how de cómo se hacen las cosas e, incluso, en su cultura organizacional derivado de un cambio de esta magnitud?
Lo segundo es que no se quieren tener que ir a la oficina porque sí sino porque han encontrado una nueva “nueva ecuación” bajo la cual miden el trabajo: una ecuación en la que encontraron entre 2 y 4 horas diarias que antes perdían yendo y viniendo de la oficina que ahora pueden utilizar para trabajar más tranquilos o para estar más tiempo con sus familias o para hacer cosas que los hacen felices. Si para nuestros padres (y madres) el trabajo era un lugar para las nuevas generaciones es un verbo.
El 7% de los empleados está dispuestos a priorizar su salud y su bienestar por encima del trabajo. Entonces se ponen en la mesa temas como el de para qué ir a la oficina (todos los días). ¿Para hacer lo mismo que pueden hacer desde sus casas sacrificando las 2-4 horas en el trancón? No hace ningún sentido! La oficina tiene que cambiar. Tiene que cambiar su arquitectura, tienen que cambiar sus espacios y tiene que cambiar su filosofía. Los días que los empleados estén en la oficina deben utilizarse para motivar la cultura que hace única a su empresa, el trabajo en equipo, las reuniones de feedback y la cohesión. No para hacer lo mismo que pueden hacer desde su casa. Lo peor de todo es que, seguramente, quienes no lo hagan terminarán perdiendo un recurso humano valioso.
El tercer tema tiene que ver con los aspectos más importantes para los empleados, más allá del salario, especialmente entre los Millenials y la Generación Z, que hoy ya componen una buena parte de la fuerza laboral. Aquí salen temas como la importancia de la Cultura Organizacional, el Propósito de la Empresa y el Significado de las labores que ellos y ellas realizan al interior de la misma. O del feedback que reciben y del reconocimiento de sus aportes. Incluso de lo importante que es un jefe que los apoye en su crecimiento personal y al interior de la empresa.
En este tema estamos viendo un empuje radical hacia el trabajo híbrido, con lo que parece ser un nuevo sweet-spot: 3 días en la oficina, 2 en casa. Piense en lo que esto implica a nivel de planificación, o de ejecución de reuniones. Cisco estima que en el 90% de las reuniones de ahora en adelante habrá, al menos, 1 participante remoto. ¿Cómo no alienarlo? ¿Cómo no hacerlo sentir como un “ciudadano de segunda” al no estar presente físicamente en las reuniones? ¿Cómo aprovechar el modelo para aumentar la productividad de los equipos y el talento de cada uno de sus miembros? Si la gente puede trabajar remotamente, ¿no hace sentido que empecemos a buscar talento en otras ciudades en donde podemos ofrecer sueldos que son competitivos para nosotros y generosos para sus habitantes? Los estadounidenses ya los están haciendo, contratando trabajadores remotos en América Latina como locos!
¿Hace sentido seguir midiendo la hora nalga (que llevó a que se disparara el uso de bossware durante la pandemia)? ¿o tenemos que repensar en los modelos de gestión por resultados, cumplimiento de metas y realización de tareas?
Claro, hay labores que -por ahora- requieren de la presencialidad; por ejemplo, operarios en una planta de producción o manufactura. Pero lo interesante es que es por ahora. Porque así como hoy podemos desarrollar software, llevar la contabilidad y hasta operar drones de manera remota, en poco años esas labores que aún requieren nuestra presencialidad también se verán afectadas, especialmente por los avances generados por la 4ta Revolución Industrial.
Los efectos de la 4ta Revolución Industrial
Hoy vemos implementaciones de varias de las tecnologías que componen la llamada 4ta Revolución Industrial en nuestra región: Inteligencia Artificial, Automatización, Robótica Avanzada en Ambientes No Controlados, Manufactura por Demanda y Realidad Mixta. Todas estas tecnologías afectarán nuestra definición del trabajo, querámoslo o no.
Por ejemplo temas como Automatización Robótica de Procesos están hoy liberando tiempo de las personas que hoy se gastan en tareas operativas, repetitivas, de bajo valor (pero alto) para la empresa para que estas puedan dedicarse a generar valor, a realizar tareas estratégicas, a generar ahorros, disminuir costos y aumentar no solo la productividad sino también los índices de clima laboral. En Estados Unidos ya es posible alquilar un robot por menos de lo que vale una hora de empleado y con incrementos de 10% en el 2022 y, posiblemente otro monto similar en el 2023 en el salario de los trabajadores, pronto en Colombia saldrá más barato sistematizar plantas que seguir operándolas a punta de chinomático.
La Realidad Mixta, que es uno de los grandes pilares del Metaverso, cambiarán el trabajo de la misma manera que el computador, el internet y el smartphone cambiaron el trabajo. Es sólo cuestión de tiempo.
Y así el futuro del trabajo es un futuro en el que debemos repensar el status quo y entender que sus bases han cambiado. El trabajo del futuro tiene cada vez más componentes digitales pero, a la vez, la importancia de lo que nos hace humanos cobra más relevancia.
Todo lo que se pueda automatizar, se va a automatizar. Y así como las tejedoras de finales del siglo 18 vieron sus empleos reemplazados por telares mecánicos, muchos de los trabajos actuales están en peligro de ser automatizados. Es hora de que el Gobierno entienda que debemos cambiar las normas laborales para ofrecer dinamismo y flexibilidad. Es hora de ver programas, como el Canadiense o como el que tiene Amazon, de re-entrenamiento para trabajos que sabemos serán reemplazados en lo que queda de esta década y que le de a los trabajadores un chance para ser partícipes de la revolución que se avecina. Es hora de que la academia entienda que no puede seguir produciendo lo que le de la gana sino que tiene que entender las necesidades del mercado y de la empresa y produzca -para su bien, el de los empresarios y el de sus estudiantes- empleados con los skills que se están necesitando. Es hora de que las empresas no piensen en sus empleados como “suyos” sino que adopten un modelo más parecido al que por años han tenido las universidades con sus estudiantes. Un modelo en el que saben que los tienen sólo por 4 años pero que los convierten en stakeholders importantes para el futuro (donaciones, redes de empleo, mentoring, recomendaciones de nuevos alumnos. etc, etc.). Y es hora que todos entendamos que la velocidad a la que va nuestro mundo sólo va a seguir acelerando y que el activo más valioso que tendremos es la facultad de poder aprender a desaprender y actualizarnos constantemente.