En diciembre del presente año (2025), el diccionario Merriam‑Webster anunció que la palabra “slop” fue elegida como la palabra del año 2025. A primera vista, puede parecer un término extraño y sin contexto alguno —una palabra simple y ramplona—, pero su elección dice mucho sobre cómo la sociedad percibe la explosión de contenido digital, sintético y producido por inteligencia artificial durante el último año.
Este reconocimiento no es solo un dato lingüístico: funciona como un espejo de la realidad social y cultural actual. Refleja frustración, hastío y, paradójicamente, el deseo de recuperar algo más auténtico en medio de un océano de información automatizada y de baja calidad.

¿Qué significa “slop” y por qué se eligió?
La palabra slop tiene una historia curiosa. En el siglo XVIII se usaba para describir barro blando o lodo, y más tarde, en el XIX, llegó a referirse a alimento de cerdo o desperdicio. Con el tiempo, su significado se amplió para abarcar cualquier cosa de poco o ningún valor. En 2025 Merriam‑Webster la redefine específicamente como “contenido digital de baja calidad producido usualmente en cantidad por medios de inteligencia artificial”, una descripción que muchas personas han sentido como propia.
Esta definición abarca fenómenos que se han visto proliferar este año: videos absurdos que parecen generados sin sentido, imágenes publicitarias extrañas, propaganda barata, noticias falsas (fake news) que imitan ser reales y libros digitales escritos atropelladamente por herramientas automatizadas.
La elección de una palabra tan sencilla no es accidental. Connota una sensación colectiva de saturación digital y cuestionamiento sobre la calidad frente a la cantidad en la información que consumimos a diario.

Un año marcado por contenido generado por IA
El auge de las herramientas generativas de inteligencia artificial ha puesto capacidades creativas —como generación de texto, imágenes y video— al alcance de prácticamente cualquier persona. Esto ha traído avances inspiradores —asistentes visuales y narrativos accesibles a todos— pero, lastimosamente, también una avalancha de contenido que muchos describen como hueco o carente de valor real.
Los editores de Merriam‑Webster observaron un aumento significativo en las búsquedas de la palabra “slop”, lo que indica que cada vez más personas buscaban poner nombre a esa experiencia digital de exceso, ruido y mediocridad percibida.
¿Qué implica “slop” en 2025?
Según Merriam‑Webster, la Palabra del Año tiene varias lecturas profundas:
- Primero, refleja la saturación de información instantánea. Muchos usuarios sienten que la web está cada vez más llena de contenido producido rápidamente y sin alma, especialmente cuando proviene de sistemas automatizados de IA.
- Segundo, slop funciona como una crítica suave a la automatización sin criterio. Más que generar miedo, transmite fastidio y burla hacia contenidos que intentan reemplazar la voz humana pero terminan siendo genéricos, incoherentes o absurdos.
- Tercero, simboliza una búsqueda de autenticidad. Al elevar un término despectivo a la Palabra del Año, la sociedad parece reclamar: “Queremos contenido real y valioso, no producción masiva sin sentido”.
Merriam‑Webster no es el único…
El fenómeno no ha pasado desapercibido en otros espacios del análisis cultural. Diversos diccionarios y plataformas también destacaron términos relacionados con la saturación digital, el escepticismo tecnológico y la cultura en línea, lo que subraya un momento en que la sociedad podría estar repensando su relación con las tecnologías creativas y cómo estas moldean lo que leemos, vemos y compartimos.

Y… ¿Entonces?
La elección de slop invita a una reflexión: ¿mejor la cantidad o la calidad de contenido? Estamos en una época en que cualquiera puede generar imágenes, textos o videos con unos pocos clics. La explosión de contenido es enorme, pero también plantea una pregunta esencial: ¿Estamos sacrificando sentido, intención y creatividad en nombre de la velocidad y la automatización?
Slop, como símbolo del año 2025, que ayuda a recordar que la tecnología puede facilitar la creación de contenido, pero no puede garantizar significado, calidad o verdad por sí sola. Ese sigue siendo un desafío humano, no tecnológico.





