Hace pocos años, hablar de inteligencia en algo artificial como una máquina parecía sacado de una película de ciencia ficción. Hoy, la IA no sólo forma parte de nuestra vida diaria, sino que también está cambiando profundamente los hábitos, decisiones y relaciones de los usuarios. Pero… ¿para qué se esta usando?
Un estudio reciente de Qualtrics desglosa las 100 formas más comunes de usar IA en 2025, revelando patrones sorprendentes. Ya no se trata solo de escribir correos o corregir textos. La IA se ha vuelto una especie de asistente personal, terapeuta, coach profesional y compañero creativo.

El crecimiento más grande: apoyo personal y emocional
La categoría que más ha crecido es la del soporte personal y profesional, que pasó al primer puesto en el 2025. ¿Qué significa esto? Que la gente no solo busca productividad, sino conexión, orientación y motivación.
Miles de personas están utilizando la IA para preparar entrevistas de trabajo, mejorar su autoestima, superar bloqueos emocionales o pedir consejos sobre decisiones importantes. Algunos incluso han comenzado a simular conversaciones con versiones de seres queridos fallecidos, en un intento de procesar el duelo o sentir compañía. Esto abre un debate profundo: ¿hasta dónde debería llegar la empatía artificial?

La IA como creadora, editora y estratega
Aunque ha bajado ligeramente, el uso de IA para crear contenido sigue siendo esencial. Desde redactar correos hasta planear campañas de marketing o generar ideas para novelas y guiones, la IA actúa como una pluma versátil que sigue el ritmo del usuario.
Empresarios la usan para estructurar planes de negocios, emprendedores para lanzar nuevos productos, y estudiantes para mejorar ensayos o practicar idiomas. Pero hay un cambio: ahora se utiliza menos como generador automático y más como editor, revisor o sparring creativo.
Educación, programación y creatividad cotidiana
La IA también está cumpliendo el rol de tutor personalizado, adaptándose a cómo aprende cada persona. Padres la usan para explicar matemáticas a sus hijos. Universitarios para estudiar teoría económica. Profesores para planificar clases interactivas.
En el mundo técnico, programadores aprovechan la IA para generar código, revisar scripts o automatizar procesos. Y en la vida diaria, es un ayudante que crea recetas con lo que tienes en el refrigerador, compone canciones, diseña rutinas de ejercicio o planifica juegos familiares.

La IA como espejo de nuestras necesidades
Lo interesante no es sólo lo que la IA puede hacer, sino lo que nosotros elegimos pedirle. Esta nueva relación hombre-máquina refleja nuestras prioridades: productividad, sí, pero también comprensión, alivio, validación y guía.
La IA no reemplaza nuestras capacidades, pero las amplifica. Y en el proceso, nos obliga a repensar nuestra autonomía, nuestra intimidad, e incluso nuestras emociones. ¿Podemos confiar en que nos oriente? (lo cual puede llegar a ser problemático) ¿Qué tipo de sesgos trae consigo? ¿Dónde está la línea entre ayuda y dependencia?
Así las cosas, la inteligencia artificial ya no es una herramienta fría o distante. Se ha metido en nuestras rutinas, nuestras emociones y nuestras decisiones. Nos organizamos con ella, nos motivamos con ella, y hasta reflexionamos con ella. Según Qualtrics, esto no es una moda, sino una nueva normalidad digital. La gran pregunta no es si la IA cambiará nuestra vida, sino cómo queremos que lo haga. Porque, como cualquier tecnología poderosa, su impacto dependerá de cómo la usemos, de lo que le enseñemos… y de lo que estemos dispuestos a dejarle hacer sin que ella nos llegue a reemplazar o a avasallar por completo!