Hace poco tuve la oportunidad de probar uno de los vehículos más interesantes que hay en este momento en el mercado colombiano, la Opel Grandland, una SUV muy interesante que sabe combinar bien tres cosas, diseño, tecnología y sobre todo una experiencia de conducción sencilla y bien pensada, en la que tecnología hace lo que tiene que hacer, expandir las capacidades del conductor, no reemplazarlas.
Lo mejor de hoy, lo mejor de siempre.
Hay que tener algo claro, los carros de hoy están llenos de tecnología. Hay de todo, controles de tracción, conducción autónoma, sistemas de entretenimiento, navegación, sensórica, calefacción y hasta más cámaras en el carro que en un celular de la última generación. Eso ni lo inventó Opel, ni es la única compañía en hacerlo.
Pero ese, mis queridos amigos, no es el punto. No se trata de poner y poner cosas, se trata de implementarlas bien y ahí es donde creo que, Opel hizo bien la tarea, con una mirada muy alemana, por cierto.
Por mi anterior trabajo, yo debía conducir un Tesla. No niego que al principio era alta la emoción, pero el desencanto no demoró en llegar. La verdad es que señor Musk es mejor haciendo promesas que carros y el Tesla, comenzó, con el tiempo a no solo aburrirme; sino simplemente molestarme. ¿Han visto la consola central tipo iPad?, su interfaz es bella, para eso, para una tablet. Es ideal cuando uno tiene el carro quieto, pero cuando para desempañar el vidrio debo entrar en tres menús distintos, en un vehículo en un autopista a más de 100 Km/h es cuando uno dice “¿no podían dejar solo un botón y ya?”.
El Opel Grandland es una propuesta 100% alemana, casi sacada de la escuela de Bauhaus una que combina diseño, con tecnología y lo más importante, SENTIDO COMÚN.
Una semana con la Grandland
Teniendo en cuenta lo anterior, lo primero que llama la atención de la Grandland es un diseño que, aunque suene cliché, mezcla muy bien un estilo deportivo y con una propuesta bi tono (que de hecho llamó mucho la atención), con la funcionalidad y prácticidad de una SUV, muchas marcas lo dicen pocas lo ejecutan tan bien como Opel.
Dirección eléctrica, sensores de parqueo y de colisión, cámaras delanteras y traseras, Apple CarPlay y Android Auto, todo se inicia cuando uno prende el carro, todo se presenta al usuario y todo invita a una cosa y solo una cosa, conducir.
Y eso hice, por una semana. Llevando a la Grandland en una tremenda prueba, desde Bogotá hasta el Eje Cafetero. Un viaje que parte de Bogotá, a 2.600 mts de altura, baja hasta Honda, en el Tolima que está ha 229 mts, sube hasta el alto de Letras en Caldas a 3.677 mts y luego baja hasta Manizales a 2.150 mts sobre el nivel del mar, en un recorrido que fácilmente puede demorar 8 horas. Si uno va a probar un carro, este es el viaje para hacerlo.
¿Cómo se comportó la Grandland?
Que carro, que carrazo. Ese motor 1.6 Litros con Turbo, puede que no sea es más rápido, pero como le gusta trepar, como le gusta adelantar y como se comporta bien incluso a bajas revoluciones en un ambiente urbano como Bogotá.
Y es esa adaptabilidad lo que más me gustó de la Grandland. ¿Tráfico fuerte en Bogotá? Listo no hay lío, tenemos detectores de punto ciego (para las motos que pasan por entre los carros), hay cámaras, buena visibilidad, dirección eléctrica, dos cargadores inalámbricos, radio digital, apps de streaming, mejor dicho donde le pongan cafetera ahí me quedo.
¿Salió a la carretera?
No hay problema. Luces automáticas que cambian intensidad según las condiciones de la vía, modo sport para de verdad exprimir la potencia del carro, control de tracción que ayuda hasta el más inexperto, calefacción en los asientos (pase por el alto de Letras sin eso para el ataque de hipotermina), buen espacio en el maletero y hasta alarma de cambio de línea en carretera (muy útil en viajes largos en los que hay peligro de microsueño), todo funciona y de manera armoniosa.
Desde la calle más congestionada en Bogotá, hasta el terreno más pantanoso de los termales de Santa Rosa de Cabal en Risaralda, la Grandland mantuvo siempre ese espíritu centrado en el placer de conducir y disfrutar cada paisaje.
Si le parece que no soy muy objetivo, tiene 100% la razón. Soy de las personas afortunadas que conduce cada día su carro soñado, pero pasarme a la Grandland no me constó ningún esfuerzo, es un carro en el que toda esa tecnología está enfocada en simplificarle la vida y que usted conduzca sin preocuparse por nada. Todo está al alcance de un botón o se activa de manera automática, todo apunta hacia usted, todo se enfoca en usted. Tecnología bien implementada, no para deslumbrar (aunque lo logra); sino para que usted, solo tenga que conducir y disfrutar. Mucha tecnología en su concepción, simplicidad absoluta en su implementación.
De verdad les recomiendo que vayan y prueben la Grandland a los concesionarios Opel de su ciudad, son además muy amables, como Julián en Opel a quien le agradezco haberme explicado todo de esta SUV, muy alemana, nada convencional.
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Andrés Felipe Sánchez