¿Puede la IA pensar como los humanos? Por qué aún no somos reemplazables
Durante años, la narrativa en torno a la inteligencia artificial ha oscilado entre la promesa de una revolución productiva y el temor a la obsolescencia humana. Titulares alarmistas, proyecciones futuristas y avances impresionantes en herramientas como ChatGPT o Gemini han hecho que muchos se pregunten si ya estamos viviendo el reemplazo de la inteligencia humana. Sin embargo, uno de los mayores referentes en el campo, Yann LeCun, jefe científico de IA en Meta y uno de los “tres padres de la inteligencia artificial” (los otros dos son Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio), afirma que aún estamos lejos de que una máquina pueda pensar como una persona del común.
Y no es una opinión cualquiera. LeCun, junto con Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio, fue clave en el renacimiento del aprendizaje profundo (deep learning), lo que impulsó los avances que hoy se usa diariamente. Aun así, es tajante al decir que los sistemas actuales, incluidos los grandes modelos de lenguaje (LLMs), carecen de cuatro elementos esenciales para acercarse siquiera a la inteligencia general humana:
- Comprensión del mundo físico,
- Memoria persistente,
- Razonamiento,
- Capacidad de planificación jerárquica.
No es algo menor, es una brecha más grande de lo que parece
Desde la década de 1950, los investigadores han soñado con crear una inteligencia artificial general (AGI), capaz de realizar cualquier tarea cognitiva que un humano promedio pueda desempeñar. Pero, aunque hemos visto progresos espectaculares en reconocimiento de patrones, generación de texto o imagen y automatización, seguimos estancados en lo que podríamos llamar “IA estrecha”: sistemas muy buenos para tareas específicas, pero sin verdadera comprensión.
LeCun lo explica de forma clara lo que se está haciendo actualmente: para compensar la falta de entendimiento físico, se le agrega un sistema de visión por separado. Para suplir la carencia de memoria, se le adhiere un módulo de memoria asociativa o un sistema de recuperación externa como RAG. Para razonar, se aumentan los parámetros. Pero todo esto es como armar un rompecabezas sin saber cuál es la imagen final.
Lo humano sigue siendo insustituible
A pesar del entusiasmo por la IA, aún no hay sustituto para la curiosidad, el contexto, la capacidad de improvisar o la intuición humana. Y eso importa, porque muchas de nuestras decisiones no se basan solo en datos, sino en valores, experiencias previas y objetivos ambiguos.
En ese sentido, el mensaje de LeCun es un llamado a la mesura. La IA puede ser una aliada poderosa, sí, pero no debe confundirse con un reemplazo de la inteligencia humana. Todavía no puede pensar, planear ni entender como nosotros. Y eso, al menos por ahora, sigue siendo nuestro mayor diferencial
