Por estos días parece que la Inteligencia Artificial está en todo. En los sistemas de navegación autónoma de vehículos como los de Cruise o Waymo, en las scanners médicos utilizados para detectar cáncer, en los datacenters y hasta en Word. Desde el lanzamiento de ChatGPT el año pasado se han creado más de 8 mil empresas que incluyen “IA” en su nombre o descripción y el rollout de algoritmos inteligentes ahora permite crear imágenes y videos a partir de simples input de texto, resumir reuniones y crear documentos o presentaciones a partir de unos cuantos bullets.
Incluso, sin que nos demos cuenta, nuestros teléfonos inteligentes hacen cada vez más uso de esta tecnología para reconocer objetos (un perro, una playa, edificio) o personas específicas en fotos. Y aunque estamos lejos de lo que puede llegan a ofrecer Siri, Alexa y Google Now (con Bard) comienzan a ser mucho más funcionales. Incluso, con el anuncio de Copilot, Microsoft está resucitando (sin decirlo de a mucho) a Cortana.
Lo que pocos saben es que para que los algoritmos aprendan, por ejemplo, qué es un perro hay que mostrarle millones de fotos de perros y otro millón de fotos de cosas que podrían parecer un perro pero no lo son. La magia detrás del aprendizaje profundo de los algoritmos está en algo conocido como el “etiquetado de datos”. Un etiquetado que necesita, inicialmente, de una persona que taguee esas fotos, videos o archivos y les de el contexto necesario para que el algoritmo pueda “aprender”.
Y es ahí donde entran compañías como Appen, Clickworker o Scale AI, al igual que los gigantes informáticos que buscan empleados temporales en países subdesarrollados para realizar ese etiquetado. Son trabajos sencillos, sin mayor requerimiento académico o de experticia. Cualquiera con una conexión a internet y un teléfono (ni siquiera necesita un computador) puede hacerlo.
Es un negocio que MIT estima generará casi $13 mil millones de dólares para el 2030 y que ocurre, sin mayor publicidad y conocimiento, en países donde la mano de obra barata y la devaluación de la moneda ayudan a que sea super económico. Países como Colombia.
Y aunque no hay estadísticas oficiales sólo basta googlear “trabajo etiquetado de datos” o “data labeling remote job colombia” para ver la amplia demanda que hay por el servicio. Un servicio que paga poco que hoy por hoy es el sustento de miles de compatriotas que, muchas veces sin saberlo, están siendo parte de la revolución más grande de este siglo.