Hace algunos días Microsoft anunció la introducción de Copilot a Excel, eso suena muy bien pero… Imaginemos que está trabajando en un presupuesto, preparando un análisis financiero o calculando el costo de un proyecto. Ese escenario a nivel de la pequeñas y medianas empresas (PyMES) generalmente incluye el uso de hojas de calculo en Excel (como dicen por ahí: la vieja confiable). Ahora bien, con la integración de Copilot, por qué no pedirle que: resuma los datos y sugiera tendencias en segundos?
El gran problema es que, en letras pequeña, Microsoft advierte: “las respuestas de Copilot pueden no ser precisas.” Esta función del copiloto también tiene otras limitaciones, ya que no puede acceder a información externa a la hoja de cálculo, solo permite calcular 100 funciones cada 10 minutos y no puede acceder a hojas de calculo confidenciales. Algo más, requiere una suscripción activa de Copilot!
¿Quién tiene la culpa cuando se equivoca?
La advertencia de Microsoft no es menor: “no confíe ciegamente en Copilot.” Pero al ponerlo dentro de Excel, una herramienta que millones usan con plena confianza, se corre un riesgo sutil pero peligroso: la ilusión de precisión. Cuando la máquina dice algo, suena definitivo. Pero si esa respuesta está basada en una interpretación errónea de los datos, una fórmula mal aplicada o simplemente una “alucinación” del modelo de IA… ¿quién asume la responsabilidad? Eso es lo que hay que tener en cuenta antes de correr el riesgo!
No se trata de rechazar la tecnología. Copilot puede ser una herramienta poderosa para quienes no dominan fórmulas complejas o necesitan una ayuda rápida. Pero, también, puede fomentar una peligrosa pasividad: dejar que la máquina piense por el usuario. Excel siempre ha sido un entorno activo en el cual se experimenta, calcula y revisa. Ahora, con Copilot, la tentación es aceptar sin preguntar. Y eso puede ser un problema. Porque cuando de números se trata, una pequeña imprecisión puede costar mucho.
