Es crucial dar a conocer que, un reciente estudio de Mayo Clinic ha descubierto que las personas socialmente aisladas tienen más probabilidades de mostrar signos de ser biológicamente mayores que su edad y más probabilidades de morir por diversas causas. La investigación, publicada en el Journal of the American College of Cardiology: Advances, sugiere que la conexión social juega un papel significativo en la salud física general y la longevidad, y debe abordarse como una parte necesaria de los determinantes sociales de la salud. A continuación, todo lo que debe conocer sobre porque aislarse socialmente acelera el envejecimiento.
Aislarse socialmente acelera el envejecimiento
Vale la pena señalar que, para investigar el papel del contacto social en el envejecimiento biológico, los investigadores compararon el índice de redes sociales y las brechas de edad previstas por electrocardiogramas habilitados por Inteligencia Artificial (AI-ECG) de más de 280 000 adultos que recibieron atención ambulatoria entre el mes de junio de 2019 y el mes de marzo de 2022. Los participantes elegibles completaron un cuestionario sobre los determinantes sociales de la salud y tenían registros AI-ECG independientes del estudio archivados dentro de un año.
Según se ha podido conocer, se utilizó un modelo AI-ECG desarrollado en Mayo Clinic para estimar la edad biológica, que posteriormente, se comparó con la edad cronológica. Investigaciones anteriores exponen que la predicción de la edad AI-ECG representa la edad biológica del corazón. Una diferencia de edad positiva señala un envejecimiento biológico acelerado, mientras que un valor negativo apunta un envejecimiento biológico más lento.
Los investigadores evaluaron el aislamiento social usando el Índice de Redes Sociales, que plantea 6 preguntas distintas de opción múltiple concernidas con estas áreas de interacción social:
- Pertenencia a cualquier club u organización social.
- Frecuencia de participación en actividades sociales por año.
- Así mismo, frecuencia de conversación por teléfono con familiares y amigos por semana.
- Frecuencia de asistencia a la iglesia o a servicios religiosos por año.
- La frecuencia de reunión presencial con amigos o con familiares por semana.
- Así como también, estado civil o convivencia en pareja.
Es importante destacar que, a cada respuesta a la pregunta se le dio una puntuación de 0 o 1, y la puntuación total osciló entre 0 y 4, lo que consigue representar diversos grados de aislamiento social.
Los participantes con una puntuación más alta en el índice de redes sociales, tenían una diferencia de edad más pequeña entre el AI y el ECG, y eso se mantuvo en todos los grupos de género y edad. Cabe aclarar que, el estado de la red social influyó significativamente en el riesgo de mortalidad.
Vale la pena mencionar que durante el período de seguimiento de 2 años, cerca del 5% de los participantes murieron. Aquellos que poseían puntuaciones bajas en el índice social menores o iguales a 1 contaban con el mayor riesgo de muerte en comparación con otros grupos.
Aunque el 86,3% de los participantes eran blancos no hispanos, los datos del estudio apuntan a disparidades de salud existentes. Los participantes no blancos tenían diferencias de edad promedio más altas que sus semejantes blancos, principalmente aquellos con puntuaciones más bajas en el Índice de Redes Sociales.
Según ha señalado el Dr. Amir Lerman, cardiólogo de Mayo Clinic y autor principal del artículo, “Este estudio destaca la interacción crítica entre el aislamiento social, la salud y el envejecimiento. El aislamiento social combinado con condiciones demográficas y médicas parece ser un factor de riesgo importante para el envejecimiento acelerado. Pero también sabemos que las personas pueden cambiar su comportamiento: tener más interacción social, hacer ejercicio con regularidad, llevar una dieta saludable, dejar de fumar, dormir lo suficiente, etc. Hacer y mantener estos cambios puede contribuir en gran medida a mejorar la salud general”.
Lo cierto es que, el aislamiento social (o aislarse socialmente) se asocia con un envejecimiento biológico acelerado y una mortalidad por todas las causas, independientemente de los factores de riesgo cardiovascular convencionales. Esta observación logra recalcar la necesidad de abordar la conexión social como un determinante de la atención sanitaria.