Cuando Samsung lanzó el primer Galaxy Z Flip en 2020, no solo presentó un teléfono: puso sobre la mesa un experimento futurista, casi un prototipo, que quería responder a la nostalgia de los celulares de tapa y, al mismo tiempo, marcar el camino de lo que serían los plegables. En ese momento, la industria no sabía si este formato sobreviviría o se quedaría como una anécdota costosa para fanáticos de la tecnología. Hoy, cinco años después, con la llegada del Galaxy Z Flip 7, se puede decir con propiedad que esa receta inicial ha sido perfeccionada, ajustada y refinada hasta convertirse en un producto maduro, estable y mucho más atractivo.
El experimento inicial: Z Flip (2020)
El primer Galaxy Z Flip fue, en muchos sentidos, un teléfono adelantado y al mismo tiempo limitado. Su principal carta de presentación era el formato: un smartphone de 6,7 pulgadas que se doblaba por la mitad para guardarse en el bolsillo como los viejos celulares clamshell. Acompañaba esta idea un diminuto display externo de apenas 1,1 pulgadas, suficiente apenas para mostrar la hora y notificaciones rápidas.
En su momento, las reseñas destacaban el factor sorpresa: abrirlo en público era garantía de miradas curiosas. La pantalla AMOLED se veía bien, el modo “Flex” permitía partir la interfaz en dos y apoyar el equipo en diferentes ángulos, y el diseño transmitía frescura.

Pero no todo era perfecto. La fragilidad de la pantalla plegable, la batería de 3.300 mAh que apenas sobrevivía al día, y un precio que lo ponía al nivel de los “Ultra” de su época, hacían que el Z Flip fuese más un capricho tecnológico que un dispositivo práctico para todo el mundo. Aun así, abrió camino y demostró que Samsung podía producir un plegable funcional, aunque imperfecto. De este formato, marcas como Motorola tomaron nota y eso les permitió, por ejemplo revivir su mítico Moto Razr.
De ahí en adelante, cada iteración del Flip fue un ajuste de ingredientes: un poco más de potencia, cámaras mejoradas, un cover screen más grande, mejor bisagra, mayor resistencia y un ecosistema de software que se adaptaba a este formato. Si me preguntaran a hoy, cuál sería el cambio más grande diría que definitivamente la bisagra que se siente más firme precisa y confiable y creo que esto es importante, incluso hoy, que con el crecimiento de la pantalla externa uno no la tiene que abrir tanto como antes.

El Flip 3 marcó el salto más visible en popularidad gracias a su pantalla externa más útil; el Flip 4 y el Flip 5 refinaron la autonomía y las funciones multitarea; y con el Flip 6 se comenzó a hablar de pantallas externas realmente usables. Samsung entendió que el secreto no era solo plegar el teléfono, sino hacer que no dependieras siempre de abrirlo.
Así, paso a paso, el concepto dejó de ser una curiosidad para convertirse en una alternativa real frente a los modelos tradicionales.
El punto de madurez: Galaxy Z Flip 7 (2025)
El Galaxy Z Flip 7 representa el estado más pulido de esta evolución. A primera vista, se nota que Samsung logró lo que buscaba: un plegable que ya no se siente como “beta” ni como juguete caro, sino como un teléfono premium con identidad propia.

El cambio más notorio está en la pantalla externa: un panel de 4,1 pulgadas, con tasa de refresco de 120 Hz y brillo de hasta 2.600 nits. No es un adorno, es una ventana real al teléfono. Desde allí se pueden responder mensajes, usar apps básicas, controlar la música y hasta aprovechar funciones de inteligencia artificial sin abrir el equipo. Esto resuelve una de las críticas más duras al modelo original.
En el interior, la pantalla principal creció hasta las 6,9 pulgadas, también con 120 Hz y bordes más delgados, lo que la hace más inmersiva y cómoda. La bisagra, ahora llamada Armor FlexHinge, transmite solidez, el marco usa aluminio reforzado y la resistencia alcanza un nivel IP48, lo que da más tranquilidad frente al polvo y salpicaduras.

La batería ahora es de 4.300 mAh, mucho más adecuada para un teléfono de este calibre, aunque todavía no es líder en autonomía. Y en potencia, el nuevo Exynos 2500 con 12 GB de RAM coloca al Flip 7 a la altura de cualquier gama alta de 2025, incluyendo funciones de Galaxy AI para edición de fotos, traducciones en vivo y herramientas de productividad.
Puntos pendientes
Nada es perfecto. El Flip 7 sigue siendo un teléfono de un costo algo elevado, aunque el programa de garantía y de actualizaciones ha cambiado mucho por lo que uno tiene teléfono para varios años. La autonomía de la batería, si bien es mejor, no es su punto más fuerte frente a algunos competidores que alcanzan dos días completos de uso, es sin embargo, el costo de un teléfono tan pequeño y capaz.
Al compararlo con el primer Flip, la evolución es indiscutible. Pasó de ser un “concept car” del mundo móvil a convertirse en un producto maduro y confiable, con funciones que realmente justifican el formato plegable.

Mirando hacia atrás, se puede entender al Flip como una receta de cocina que Samsung ha ido ajustando con paciencia:
- 2020: un plato llamativo, pero incompleto y frágil.
- 2021–2023: retoques al sabor, mejoras en la presentación, más estabilidad.
- 2024–2025: consolidación, ingredientes premium, balance entre forma y función.
Hoy, el Galaxy Z Flip 7 demuestra que esa apuesta no fue pasajera. Es un dispositivo que combina estilo, innovación y practicidad, que mantiene viva la nostalgia de los celulares de tapa, pero en clave de 2025.
Samsung logró transformar lo que muchos vieron como un experimento costoso en una categoría con identidad propia. El Flip ya no es solo un plegable: es un producto que ha crecido, que ha aprendido de sus errores y que, con su séptima generación, confirma que la receta inicial, por fin, maduró.
Hablemos en Twitter
Andrés Felipe Sánchez