El 2025 está llegando a su fin, y con él se cierra una de las temporadas más movidas que ha tenido la tecnología en los últimos años. Pasaron ya los grandes lanzamientos: Apple mostró sus iPhones más delgados, Samsung sacó un Fold 7 que parece un teléfono “normal”, Sony refrescó cámaras y audífonos, y la inteligencia artificial se metió en todo. Ahora, más allá de los anuncios puntuales, queda una pregunta clave: ¿qué tendencias nos dejó este año y qué nos dicen sobre lo que viene?
Pues bien, la lista es larga y variada. Desde la IA que ahora parece estar en todas partes, hasta los nuevos diseños delgadísimos, pasando por el auge de los modelos de suscripción, hay varios movimientos que vale la pena revisar con calma.
La IA ya no es novedad, es el tejido de todo
En años anteriores se hablaba de la inteligencia artificial como “la gran promesa”. En 2025, esa promesa se materializó: la IA dejó de ser un “extra” y pasó a ser el motor que mueve casi todo lo digital.
No se trata solo de chatbots o generadores de texto, sino de agentes autónomos que pueden hacer tareas completas, como responder correos, agendar reuniones, planear rutas de logística o incluso anticipar problemas en sistemas complejos. Esto abre puertas gigantes, pero también levanta alertas: ¿cómo se controla un sistema que toma decisiones solo?
Otro cambio clave es la IA en el dispositivo. Ya no es necesario que todo pase por la nube. Los nuevos celulares, relojes y hasta audífonos traen chips diseñados para correr modelos de IA directamente, lo que mejora la privacidad y elimina la espera. Si antes Siri o Alexa parecían lentos y poco útiles, ahora la promesa es que los asistentes realmente respondan “en caliente”.
Y ojo a esto: la IA no solo se usa para producir cosas, también se volvió protagonista en ciberseguridad. En lugar de reaccionar a los ataques, muchos sistemas ya usan algoritmos para predecirlos y neutralizarlos antes de que pasen. Algo así como tener un vigilante que se adelanta a los ladrones.
El culto a lo delgado y lo invisible
En paralelo, el 2025 también se recordará como el año en que los fabricantes llevaron la obsesión por los diseños delgados a otro nivel. El iPhone Air es prácticamente una lámina, el Galaxy Z Fold 7 logró ser plegable sin parecer un ladrillo, y marcas como Infinix y Tecno se lucieron en ferias con teléfonos ultrafinos.
Claro, la pregunta obvia es: ¿y la batería? Porque todos sabemos que la magia delgada se paga con menos espacio para energía. Y sí, la industria está respondiendo con nuevas químicas de baterías y mejor gestión del consumo, pero no todo está resuelto.
@samirestefanco Estas son mis primeras impresiones del nuevo iPhone Air #Apple #iPhoneAir
Lo interesante es que este minimalismo no es solo físico. También hay una tendencia hacia lo que llaman calm technology: dispositivos y apps que no buscan llamar la atención cada segundo, sino que aparecen solo cuando los necesitas. En un mundo cansado de notificaciones y pantallas que nunca descansan, esto puede convertirse en un verdadero diferencial.
Wearables, earables y todo lo que se “viste”
Si hay algo que empezó a crecer fuerte en 2025 fueron los wearables invisibles. Ya no hablamos únicamente de relojes inteligentes, sino de audífonos que funcionan como asistentes personales, gafas que muestran información en pantalla sin ser enormes, e incluso ropa con sensores integrados.
El término de moda es earables, y hace referencia a los dispositivos que se usan en la oreja. Los nuevos audífonos no solo reproducen música, también miden ritmo cardíaco, monitorean la voz para detectar fatiga e incluso pueden servir como traductores en tiempo real. Lo que antes era ciencia ficción ahora se empieza a ver en el día a día.
El negocio también cambió: suscripciones para todo
Otra tendencia que se consolidó este año fue la de los modelos de suscripción. Lo que antes aplicaba solo para Netflix o Spotify ya se extendió a hardware: hay computadores, teléfonos, carros y hasta electrodomésticos que se ofrecen “como servicio”, pagando mensualidad en lugar de comprarlos de una vez.
Esto tiene ventajas: acceso a tecnología siempre actualizada, menor costo inicial y servicios incluidos. Pero también trae retos, porque los usuarios sienten que nunca terminan de ser dueños de nada. Y eso genera un nuevo debate: ¿qué pasa si la marca decide cortar el servicio o subir el precio?
En paralelo, creció el interés por los dispositivos modulares y reparables. Marcas pequeñas y medianas están apostando por celulares o laptops que se pueden reparar fácilmente, cambiando solo piezas en lugar de botar todo el aparato. En tiempos de conciencia ambiental, esto puede ganar más peso en los próximos años.
Lo que viene: menos ruido, más contexto
Si algo queda claro al mirar este 2025 es que la tecnología está tomando un camino menos estridente y más integrado. La IA ya no se presenta como “la novedad”, sino como el motor silencioso de todo. Los diseños buscan pasar desapercibidos, los wearables se mimetizan con lo que usamos a diario y las notificaciones se reducen para no saturarnos.
Eso sí: también estamos entrando en una era en la que los negocios dependen de mantenernos siempre conectados, ya sea pagando una suscripción, usando un ecosistema cerrado o aceptando que la privacidad será el precio de algunas comodidades.
El 2025 nos mostró que el futuro no es necesariamente más aparatos, sino más integración entre los que ya tenemos y la forma como vivimos. El próximo año dirá si estas tendencias se consolidan o si aparecerá otro giro inesperado. Pero por ahora, queda claro que lo que parecía promesa hace un par de años ya está aquí, cambiando cómo trabajamos, jugamos y nos comunicamos.
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Andrés Felipe Sánchez