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¿Estamos cerca de otra burbuja tecnológica?

Algunos creen que estamos ad portas de la explosión de otra burbuja tecnológica como la de las .com en el 2000. ¿Será así?

La pregunta que más me han hecho estas últimas 2 semanas ha sido si estamos en medio de otra burbuja tecnológica, como la que vivimos a comienzos del siglo. Y es que los despidos masivos anunciados por compañías como Twitter, Meta, Netflix y Amazon -entre muchas otras- en las últimas semanas dan la sensación de que se avecina una crisis de proporciones épicas en un sector que parecía inmune a las condiciones macroeconómicas globales.

 

 

Los números en perspectiva

Y es que aunque 10,000 empleos y 11,000 allá suena apocalípticos, creo que hay ponerlos en perspectiva para entender realmente su impacto. Mire por ejemplo el caso de Amazon y dele una mirada a cómo ha venido creciendo desde hace 10 años cuando comenzó a incorporar robots en su cadena logística y de abastecimiento, disparando la productividad y permitiéndole ofrecer perks como despachos el mismo día que han atraído a millones de usuarios:

 

 

Claro, 10 mil personas que se queden sin empleo es un tema complejo pero: (1) si lo compara con el total de empleados de la compañía estamos hablando de un porcentaje bajo, (2) su impacto ni siquiera lleva el headcount a los niveles de finales del 2020 y (3) son empleos a nivel mundial, no todos en una misma ubicación.

 

O mire el caso de Meta que con el anuncio del despido de 11,000 personas seguirá siendo más grande que lo que era no sólo al comienzo de la comienzo de la pandemia sino, incluso a finales del 2020:

 

O el de Netflix, que anunció el despido del 4% (450 personas) con lo que seguirá siendo más grande que cuando cerró el 2020.

 

Hay que poner los números en perspectiva para darse cuenta que por muy escandalosos que parezcan el grueso de estas compañías seguirán siendo más grandes que lo que eran hace tan sólo un par de años. “¿Y Twitter?”, preguntan algunos. La verdad es que ese es un caso excepcional que a pesar de ser muy visible tiene poco que ver con la situación económica. Es una compañía, recién adquirida, en la que su nuevo dueño está haciendo cambios drásticos de estrategia, de cultura y de visión y es lógico que entre a “limpiar” lo que venía de la administración anterior.

 

Claro, también hay startups y compañías un poco más pequeñas de las cuales, seguramente, veremos varias cerrar o ser adquiridas por alguno de los grandes. Pero es un panorama completamente diferente al del 2000 cuando explotó la burbuja de las .com.

 

Las Variables Fundamentales

Y es que en la burbuja de las .com el grueso de las compañías tenían una característica común: las pérdidas. Sí, vendíamos (me incluyo porque estuve ahí) mucho pero mes a mes, trimestre a trimestre perdíamos plata porque nuestros gastos eran (muy) superiores a los ingresos que generábamos y, eventualmente, los nuevos flujos de dinero, las siguientes rondas de inversión y el dinero se nos acabó.

 

En el grueso del sector eso no es así hoy:

 

En el último trimestre, ese que fue “desastroso” y que llevó a todos estos anuncios, Amazon reportó un ventas por $127 mil millones de dólares (un 15% más que hace un año), ganancias operativas por $2,500 millones de dólares, y ganancias netas de casi $3 mil millones de dólares. Todo esto en un período de 90 días.

 

Meta generó ingresos de $27,714 millones de dólares, generando utilidades operativas de $5,664 millones y utilidades netas de $4,395. Sí, esa utilidad es la mitad de lo que generó el mismo trimestre del año pasado pero hay que tener en cuenta que la compañía le está apostando a una estrategia -la del Metaverso- que no generará utilidades antes de comienzo de la próxima década y que le está demandando una gran cantidad de inversiones. Y, sin embargo, sigue siendo rentable.

 

O mire los números de Netflix que tuvo ingresos por casi $8 mil millones durante el últimos trimestre, con una utilidad de $1,441 millones a pesar de la intensa competencia de plataformas como Disney+, Amazon Prime y una docena adicional de nuevos ofrecimientos.

 

Todas estas compañías tienen operaciones financieras relativamente sanas y, tan es así, que las medidas que están tomando las están tomando en preparación para un ambiente económico complejo, tanto a nivel fiscal y económico, como a nivel de la demanda. No porque estén quebradas.

 

Y, de nuevo, veremos algunas que morirán, que se declararán en quiebra, que serán desmembradas, adquiridas, absorbidas. Pero no será el grueso ni la generalidad.

 

¿Y el precio de las acciones?

Las acciones de estas compañías han caído estrepitosamente en el último año. Pero hay que entender que el mercado de valor ya no mira los resultados financieros sino las expectativas de que estos puedan subir en el corto y mediano plazo. Y en ese contexto, y teniendo en la otra mano un aumento en las tasas de interés de parte de los bancos centrales de Estados Unidos y Europa pues es claro que los capitales se moverán hacia inversiones “más seguras” impactando el precio actual de la acción.

 

La ubicuidad de la tecnología

Creo que lo importante es ver qué tanto de nuestras vidas ha sido absorbido por la tecnología y cómo esta se ha apoderado de aspectos básicos y complejos de nuestras relaciones personales, de nuestra economía, de los negocios y de todo los que nos rodea.

 

Su crecimiento exponencial le ha permitido a la tecnología no sólo permear el grueso de nuestras vidas sino cambiar radicalmente nuestra forma de hacer las cosas y nuestras expectativas de cómo nos relacionamos con nuestros familiares, amigos, clientes, proveedores, al igual que con las compañías y entidades con las que no relacionamos. Eso no va a parar. Se ahondará incluso más con tecnologías inmersivas con la realidad aumentada y se profundizará con tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial.

 

 

 

 

 

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