Por si no lo sabía, el crecimiento económico mundial tiene un problema. De hecho, tiene varios. No sólo una desaceleración sostenida ha dejado el crecimiento por debajo del nivel anterior a la crisis financiera mundial del año 2008, sino que el crecimiento a lo largo de los últimos siglos ha tenido algunas consecuencias indeseables.
El crecimiento económico ha sido desigual, entre regiones y países, y dentro de los propios países, lo que ha dado lugar a importantes desigualdades y del mismo modo, persistentes bolsones de pobreza.
Al mismo tiempo, el crecimiento que tenemos es destructivo para el medio ambiente y nos ha llevado al borde de un punto crítico de inflexión para el clima. ¿Es posible que el crecimiento económico sea para todos? Esto y mucho más aquí en TECHcetera.
Crecimiento económico para todos (veamos si esto es posible)
Hoy en día, el panorama del crecimiento mundial se enfrenta a nuevos contornos caracterizados por shocks económicos, tensiones geopolíticas, urgencia de la transición verde, así como cambio tecnológico y la necesidad de un nuevo contrato social.Estos factores, unidos a la desaceleración del crecimiento de la productividad, se encuentran dificultando la aceleración del crecimiento económico.Es por eso que el mundo necesita cambiar de marcha: salir del carril de crecimiento lento en el que se ha estancado durante años y pasar a un carril más rápido que pueda brindar no solo la cantidad de crecimiento que desea, sino también la calidad de crecimiento que necesita.
El Consejo del Futuro Global sobre el Futuro del Crecimiento del Foro ha dedicado los últimos 2 años a buscar formas de crear este mejor equilibrio entre calidad y cantidad.Para lograrlo, el crecimiento tendrá que construirse sobre ciertos pilares fundamentales: tendrá que ser innovador, inclusivo, así como sostenible y resiliente.
Se cree que se puede lograr de la siguiente manera:
- El crecimiento de ayer ya no es una opción
El crecimiento económico sigue siendo imprescindible.Sin él, no podemos responder a las necesidades de gran parte del mundo ni a los desafíos del siglo XXI.El número de personas que viven por debajo de la línea de pobreza se mantendrá en niveles similares a los de 1990, y los 100 a 300 billones de dólares necesarios para financiar la transición verde no se materializarán.
La necesidad de acelerar la transición verde y de avanzar en la lucha contra la pobreza es exactamente la razón por la que nuestros patrones anteriores de crecimiento económico deben cambiar.Durante demasiado tiempo, el modelo de crecimiento que hemos seguido ha alimentado el daño ambiental y exacerbado las desigualdades, haciéndolo ambiental, política y socialmente insostenible. Necesitamos una nueva era de crecimiento que sea innovadora, inclusiva, así como sostenible y resiliente. La fecha límite para avanzar hacia un crecimiento de mejor calidad es ahora.La pregunta no es cuándo, sino cómo.
- Acelerar la disociación entre el crecimiento y las presiones ambientales y ecológicas
Es de resaltar que, ahora que el mundo va camino de incumplir por primera vez en 2024 uno de los objetivos clave del acuerdo de París (el de mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales), la urgencia de actuar en materia climática es más clara que nunca.
La rápida expansión de la transición energética está ayudando a desvincular el crecimiento del PIB de las emisiones de carbono. Los estudios muestran que alrededor de 50 países han logrado desvincular las emisiones del crecimiento económico. Sin embargo, esa cifra representa apenas una cuarta parte del total, y la mayoría de los que han cortado el cordón son países de ingresos más altos. Además, hay que tener presente que una verdadera disociación ambiental tendría que abordar una gama más extensa de presiones ecológicas, además de las emisiones de carbono.
El camino a seguir no sólo implica reproducir el éxito de esos 50 países que ya han roto el vínculo entre la expansión económica y las emisiones, sino que también requerirá que esos países exitosos ayuden a compartir tecnología, impulsar la financiación y del mismo modo, liderar la ampliación de las soluciones. Al mismo tiempo, las economías avanzadas y emergentes necesitan mejorar su colaboración en materia de reducción de emisiones de inmediato. Esto tiene la capacidad de poder generar una cooperación global y una nueva era de crecimiento positivo y ecológico, que genere innovación, inversión, así como también empleo y beneficios ambientales.
- Volver a colocar a los países que se han quedado atrás en la escalera del crecimiento
Por si no lo sabía, muchos países de bajos ingresos y vulnerables, en particular en África, están atrapados en una década de estancamiento económico. Las debilitantes cargas de la deuda y el acceso limitado a la financiación se encuentran empujando a estas naciones en desarrollo aún más atrás de las desarrolladas.
Esto no es compatible con la necesidad de que el crecimiento económico sea innovador, inclusivo, al mismo tiempo que sostenible y resiliente. El aumento vertiginoso de la población de África (que, según las proyecciones de las Naciones Unidas, representará más de la cuarta parte del total mundial en 2050, e incluirá a la mayoría de los niños del mundo) significa que el continente tiene un monumental potencial y tendrá un impacto desproporcionado en la historia del crecimiento mundial. Sin embargo, es también donde reside la mayor fragilidad e incertidumbre.
La creación de nuevas capacidades ecológicas y digitales mejorará las economías, elevará los niveles de vida y de igual forma, fomentará la innovación que beneficiará a todos. Pero para desbloquear esta nueva era de crecimiento será necesario repensar radicalmente los instrumentos de política, así como nuevas fuentes de financiación. Del mismo modo es necesario llevar a cabo un análisis específico para cada contexto a fin de identificar y comprender mejor los factores que actualmente obstaculizan el crecimiento, como la falta de redes de seguridad social adecuadas, las elevadas cargas de deuda, la infraestructura inadecuada y la inestabilidad política. Esto es fundamental para desbloquear un crecimiento económico que se comparta de manera más amplia y equitativa en todo el mundo.
- La IA puede impulsar la productividad, pero se necesita un enfoque de políticas integral
La Inteligencia Artificial (IA) tiene el poder de transformar la productividad y remodelar las economías, pero su impacto potencial sigue siendo incierto y está lejos de estar garantizado.
Las oportunidades y los riesgos en torno a la IA son monumentales, y la mayoría de ellos afectan a las economías avanzadas. Esta tecnología en rápida evolución podría poner en peligro muchos puestos de trabajo, pero al mismo tiempo las posibles ganancias de productividad y la llegada de nuevos puestos de trabajo relacionados con la IA prometen beneficios significativos.
La IA puede no tener el mismo efecto en el mundo en desarrollo porque la tecnología está menos difundida y el incentivo para automatizar el trabajo en esos países es limitado, dados los salarios más bajos. Esto significa que la Inteligencia Artificial podría ampliar la brecha entre países ricos y pobres, dice el FMI. Se requiere un marco de gobernanza mucho mejor para gestionar esto y garantizar que los beneficios que aporta la Inteligencia Artificial se distribuyan lo más ampliamente posible.
Se necesita un enfoque de políticas integral para aprovechar todos los beneficios de la IA y ampliar los beneficios para todos. La inversión estratégica en la aceleración de la difusión y adopción mundial de la IA será clave.
- Encontrar formas de proporcionar financiación y tecnología a los países en desarrollo
Ahora bien, para sumarse al crecimiento verde, los países necesitan 2 cosas: la capacidad de costearlo y la capacidad de acceder a él. Las economías emergentes y en desarrollo están gastando apenas una séptima parte de lo que necesitan en energía limpia si el mundo quiere encaminarse hacia el objetivo de cero emisiones netas en 2050, afirma la AIE.
Para encontrar formas de aumentar los 150.000 millones de dólares que gastaron estos países en 2020 a más de un billón de dólares al año, será necesario mejorar mucho el acceso a la financiación.Es necesario explorar más la financiación combinada (que combina dinero público y privado) para reducir los costos y los riesgos para los inversores. De la misma manera, se necesitan otros modelos de financiación innovadores, como préstamos y bonos vinculados a la sostenibilidad que ofrezcan tasas de interés más bajas si los países avanzan en la consecución de objetivos ecológicos.Las instituciones de financiación del desarrollo tienen que desempeñar un papel clave en este sentido, ayudando a mover el dinero y a corregir las fallas del mercado.
El comercio y el intercambio de tecnología también serán realmente fundamentales. Para las naciones de ingresos más bajos, lograr que esto suceda dependerá de la cooperación internacional, como ha señalado la UNCTAD. Entre sus recomendaciones se incluye la creación de normas más flexibles para los países en desarrollo en materia de comercio internacional y propiedad intelectual, a fin de ayudar a fomentar el crecimiento de los sectores de tecnología verde. Dado que se espera que los mercados emergentes representen el 88% del crecimiento de la demanda mundial de electricidad entre 2019 y 2040, hacer que este crecimiento sea ecológico es la única manera de garantizar el éxito de la acción climática mundial.
Pero… esto no es todo, también hay otros aspectos importantes como; invertir fuertemente en capital humano, así como prepararse para el cambio demográfico, luchar contra la fragmentación geoeconómica y generar apoyo popular lo cual es esencial para cualquier estrategia de crecimiento.
Estos puntos anteriores forman algunas de las bases fundamentales para crear un tipo de crecimiento económico que ofrezca un mejor equilibrio entre calidad y cantidad, pero la forma en que cada país abordará la construcción sobre estas bases será diferente. No existe un enfoque único para todos, pero todos tendrán que tener algo en común para tener éxito: ningún país puede construir una estructura resiliente sobre esos bloques sin generar un apoyo popular para las compensaciones que estas nuevas estrategias de crecimiento inevitablemente implicarán.
Para ello, los gobiernos tendrán que tomar medidas para revertir la caída en picado de los niveles de confianza en las instituciones públicas.
Una forma de hacerlo es dar a los ciudadanos una voz clara en el proceso de formulación de políticas: la OCDE describe esto como “un factor clave de la confianza”, y añade que “el 69% de quienes sienten que tienen voz en las acciones del gobierno confían en el gobierno nacional, mientras que solo el 22% de quienes sienten que no tienen voz”.
Cabe aclarar que, este enfoque puede ayudar a garantizar que los beneficios del crecimiento innovador, inclusivo, sostenible y resiliente que se quiere lograr sean de base amplia. La alternativa es el aumento de la desigualdad de ingresos y oportunidades, que corre el riesgo de afianzar los obstáculos a la inclusión. Reducir la desigualdad tendrá el efecto contrario. El crecimiento económico mundial puede haber tenido varios problemas en lo que va de siglo, pero, como ni siquiera hemos superado una cuarta parte de la década de 2000, tenemos una oportunidad única de transformarlo en un siglo de soluciones.