Todo parece indicar a que veremos una nueva versión de Windows antes de finalizar el mes y a que, siguiendo la tradición, esta llegará al mercado antes de Octubre.
Y aunque Microsoft había anunciado en su momento que Windows 10 era la última versión de Windows de la historia la verdad es que mucho ha cambiado desde el 2015, cuando llegó dicha versión al mercado:
- La definición de “computador” es cada vez más amplia e incluye diferentes form-factors,
- La promesa de Cloud First, Mobile First que nos hizo Satya Nadella en su momento se ha cumplido pero ahora se mezcla con la importancia de correr ciertos procesos in-device por temas de privacidad,
- Las pantallas táctiles proliferan y ahora vemos versiones doblables y enrollables de las mismas,
- Nos habían ilusionado con más de un modelo de doble pantalla que no sabemos si sobrevivirá a la cancelación de Windows 10x, y
- Android es más fuerte que nunca pero ya no es una amenaza sino un complemento.
Así que es hora de que Microsoft lleve a Windows al futuro, que lo prepare para los próximos 5 años en los que veremos un nivel de cambios mucho mayor a de los últimos 15. El problema es que Microsoft se enfrenta a un enemigo silencioso. A un enemigo que no quiere el cambio. Que se aferra al status quo, a lo que “ha sido” y a como es hoy.
El problema es que Microsoft se enfrenta a sus propios usuarios
- Esos usuarios que usan lo que usan y no quieren aprender a usar nada diferente.
- Esos usuarios que cuando Microsoft cambió el botón de inicio hace varios hicieron boicot y pataletas y lloraron y se quejaron y se razgaron las vestiduras hasta que Microsoft se los devolvió.
- Esos usuarios que destinaron a Cortana (y sus excelentes integraciones) a la muerte por falta de uso.
- Esos usuarios que si aún pudieran seguirían corriendo Windows XP (¿sabía que hoy hay aún cerca de 40 millones de PCs que aún corren XP?).
- Ese administrador de plataforma que no actualiza ni siquiera el Office de los empleados del Banco desde Office 2007 “por seguridad”.
- Ese ingeniero de soporte que no quiere tener que volver a estudiar y aprender y que por ende convence a sus jefes que “las nuevas versiones no son tan estables”
- Y esos millones de usuarios que no viven la tecnología sino la usan porque les toca y por ende entre menos les muevan, mejor.
Así que Microsoft termina siendo ese malabarista que tiene que darle gusto a todos: el que al mismo tiempo tiene que proteger su posición de liderazgo en el mundo de la tecnología corporativa (habiendo perdido la batalla de la computación móvil por su terquedad y falta de visión), el que tiene los atributos y el mindset para llevar a sus usuarios al futuro y el que tiene que cuidar la base instalada de usuarios que (a) no se quiere mover, (b) no se puede mover, o (c) si lo obligan a moverse se va para otro lado completamente diferente.
¿A quién le dará gusto? ¿Qué tanto pesará el lastre de los usuarios “tradicionales”? ¿Estará Microsoft listo para dar la batalla? Lo sabremos la próxima semana.