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Permítame sus dedos para tomar registro de sus huellas…

Anhelo el dia en que no tenga que usar una almohadilla para dejar mi huella en algún documento, llegara ese día?

El 2012 fue una año que se impuso con un Decreto que marcó el inicio de una nueva era en el país, el famoso Decreto Anti-trámites (019/2012) que pretende modernizar nuestra relación con el estado mediante la optimización de procesos en entidades públicas y privadas. Este, es sin duda un acercamiento tímido y ciertamente quedó corto en legislar en pro de la innovación y los desarrollos tecnológicos.

A través del tiempo, se han hecho esfuerzos por contar con un sistema de identidad que permita reconocer las personas. Desde tiempo atrás en civilizaciones anteriores, se usaron métodos para marcar al criminal. Le cortaban los dedos y/o mano, los Romanos emplearon la aguja del tatuaje para identificar y para prevenir acciones indebidas.Gracias a la memoria fotográfica de algunos se ideó un mecanismo para la identificación a viejos delincuentes.

Llego la fotografía y disminuyó la carga de la memoria, pero seguía sin ser la solución al problema de la identificación puesto que era fácil modificar el aspecto físico.Por allá en 1870 un antropólogo francés ideó un sistema para medir y  registrar las dimensiones de ciertas partes del cuerpo, sistema que fue aceptado por mas de tres décadas, hasta que en 1903 cuando condenaron erróneamente a un hombre inocente en los Estados Unidos mediante este proceso, fue eliminado.

Podría seguir enunciado casos en Babilonia, China Antigua, Persia y demás, lo cierto es que el sistema de reconocimiento evolucionó al punto que hoy por hoy, el mecanismo mas usado y reconocido es la huella dactilar.

Luego de dos siglos, nuestra huella sigue siendo el mecanismo preferido por la ley para identificar la autenticidad de un documento, cuando existen otros elementos bio-métricos que permiten tener mayor asertividad, precisión y confiabilidad.

Si se lee con con detalle, aquel que en su momento fue catalogado como uno de los mejores decretos para la optimización del Estado, hoy, debo decir, se acerca mas a un ensayo preparado por novatos puesto que no contempla la evolución tecnológica, los mecanismos y protocolos de seguridad que permiten optimizar, blindar y asegurar un proceso real de optimización y mejoramiento.

El Artículo 17 dice: “…ELIMINACION DE LA HUELLA DACTILAR Suprímase el requisito de imponer la huella dactilar en todo documento, trámite, procedimiento o actuación que se deba surtir ante las entidades públicas y los particulares que cumplan funciones administrativas….”(SIC) y también lista las excepciones de esta eliminación y nos encontramos con un listado en el que excepcionalmente se podrán pedir, es decir, si, pero no lo dejan a potestad de las entidades la eliminación o no de este. 

Si fuese por voluntad de las entidades la adopción de nuevos procedimientos para eliminar la huella, pasarían décadas pues ninguna muestra un interés real en el corto o mediano plazo para realizar esta eliminación, en lugar a ello, insisten en el diligenciamiento de documentos físicos, que sean firmados a puño y letra y en muchos casos, por no decir todos, acompañar el documento con la huella dactilar.

La huella dactilar pasa a ser el equivalente de la foto que se pide cuando se trata de reclamar un premio en un sorteo, no sirve para nada pero igual se pide.

Quizás conservar la huella es imperativo para algunos sectores, pero al menos, se hace necesario modernizar el mecanismo de captura puesto que la almohadilla con esa tinta negra (me recuerda la época del voto que se marcaba el dedo angular con una tinta roja), ya esta vencida en termino hace ya años atrás.

La adopción de mecanismos de seguridad para la validación de identidad es un proceso que hoy todas las entidades por su tranquilidad deben realizar, sin embargo, pareciera no ser del interés el modernizar la almohadilla que les cuesta centavos vs. mecanismos innovadores y mucho mas seguros. Quizás la razón es el amor perpetuo al papel, sin darnos cuenta que hemos acabado con selvas, bosques y el planeta entero por ese amor enfermizo hacia dicho elemento.

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