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De la información al conocimiento

¿Qué puede hacer el ciudadano promedio para transformar la información en conocimiento útil?

Hoy en día se ha convertido en lugar común hablar de la Sociedad de la Información y, más que un concepto académico, los habitantes de este tiempo lo percibimos como ese fenómeno que define la incursión de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en nuestra vida y que determina un altísimo porcentaje de nuestras interacciones con el mundo y con las demás personas.

La ilimitada producción de información a que ha dado lugar el desarrollo de las TIC y las innumerables posibilidades que tenemos para ponernos en contacto con ella, hacen imposible desconocer que es uno de los grandes ejes alrededor de los cuales giran las actividades humanas, así como el más notable factor de competitividad y de poder económico, político y cultural.

Pero, ante una sobrecarga de información como la que indudablemente vivimos hoy en día, muchas son las inquietudes que surgen, tanto en los ámbitos académicos como en la vida práctica, sobre el verdadero valor y la utilidad de toda esa información en la construcción de mejores condiciones de vida para la raza humana.

Inquietudes como estas fueron expresadas recientemente por Janis Karklins, representante de la UNESCO en una entrevista concedida al periódico digital peruano El Comercio a propósito de la reunión de la Comisión de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CSTD) de las Naciones Unidas, realizada en Lima. En la entrevista, Karklins afirma, entre otras ideas relacionadas con la tecnología, que “Las herramientas para acceder a la información están cada vez más a nuestro alcance y esto requiere una gran responsabilidad”. También sostiene que “Si bien la información es mucha, es necesario que se convierta en conocimiento” y que debemos encontrar herramientas que nos permitan “un manejo óptimo de la información que nos brinda el siglo XXI”.

Y aunque las recientes ideas de Karklins expresan muy bien esa necesaria preocupación por el manejo responsable y bien enfocado de la información, lo cierto es que ya muchos profesionales han manifestado en múltiples espacios académicos esa necesidad de que avancemos de la Sociedad de la Información a la Sociedad del Conocimiento, y mucho se ha escrito al respecto.

Para tener en cuenta solo uno de tantos puntos de vista académicos sobre esta cuestión y sin la idea de entrar a teorizar demasiado, es interesante mencionar algunas ideas de Fernando Davara, Doctor en ingeniería informática y catedrático de posgrado en varias Universidades de España y Latinoamérica, quien, en primera instancia expone la necesidad de diferenciar entre la información y el conocimiento.

Davara afirma que la información es una organización sistemática de datos, que “no tiene valor ‘per se’ y solo lo alcanza cuando se utiliza como herramienta o umbral de acceso al conocimiento.” Sobre el conocimiento, dice “es sin duda una facultad cognoscitiva que no puede adquirirse solamente disponiendo de información” y que “debemos disponer de información, almacenarla y generar otra nueva, pero también debemos procesarla para convertirla en algo menos factual y más humano, como el conocimiento individual.”

Estos puntos de vista, que reflejan una posición humanista frente al manejo de la información, constituyen una necesaria reflexión que debemos hacer ante la sobreproducción de ésta que caracteriza a nuestra época. Es claro que hoy en día nos pueden faltar muchas cosas, pero jamás información sobre cualquier tema o hecho que se nos pase por la cabeza, así como medios para acceder a ella. Pero también es cierto que esa abundancia nos impone, como mínimo, la responsabilidad de tener un ojo crítico frente a todo lo que recibimos.

Tan importante como comprender que “crecimiento económico” no siempre es sinónimo de bienestar y evolución, es entender que la simple existencia de la información no nos convierte de por sí en sujetos críticos y poseedores de conocimiento. Crecer como sociedad y avanzar hacia unas condiciones de vida más dignas para todas las personas es un reto tremendamente complejo que nos exige gestionar de manera apropiada la información para convertirla en conocimiento útil, vehículo de nuestro desarrollo.

La preocupación por la gestión inteligente de la información y su transformación en conocimiento ya es una prioridad en la agenda de miles de instituciones públicas y privadas alrededor del mundo, y es así mismo un tema central en la actividad académica internacional, pero muchas cosas indican que no es una inquietud del ciudadano promedio, de la persona que día a día se pone en contacto con toneladas de información a través de la web o de otros medios de difusión.

En este sentido, vale la pena preguntarnos: ¿Cómo, desde nuestra posición de receptores y consumidores de información y tecnología, podemos desarrollar puntos de vista críticos para no tragar entero, y cómo podemos aprovechar toda esa carga informativa para crear conocimiento útil y contribuir con el bienestar de nuestro planeta y nuestro avance como civilización?

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